Emma Martínez Ocaña nos presenta esta vez las novedades, denuncias y propuestas que el papa Francisco hace en la carta ‘Laudate Deum’. También su llamada a la esperanza. Se trata de la segunda parte de su artículo ‘Algunas preguntas en torno a Laudate Deum’ que podéis encontrar aquí.

Algunas preguntas en torno a Laudate Deum (2da. Parte)

Después de leer la exhortación Laudate Deum me he hecho algunas preguntas y he buscado en el mismo texto las respuestas.

¿Qué novedades aporta esta exhortación?

Aunque no sea el único, uno de los temas nuevos que no había tratado en la encíclica Laudato Sí es que recoge las principales resistencias y argumentos de quienes quieren negar o minimizar este grave problema y trata de demostrar que son falsos. “En los últimos años no han faltado personas que pretendieron burlarse de estas constataciones.” (# 6-14)

  1. Hay quienes lo niegan, lo minimizan, o tratan de ocultar las causas humanas de este grave problema. “Mencionan supuestos datos científicamente sólidos, como el hecho de que el planeta siempre tuvo y tendrá períodos de enfriamiento y de calentamiento.” (# 6) El Papa contra argumenta que quienes así se expresan “olvidan mencionar otro dato relevante: que lo que estamos verificando ahora es una inusual aceleración del calentamiento, con una velocidad tal que basta una sola generación -no siglos ni milenios- para constatarlo.” (# 6) Y afirma con toda contundencia que “tanto las sequías como las inundaciones, tanto los lagos que se secan como las poblaciones arrasadas por maremotos o desbordes, tienen en definitiva el mismo origen”, “el desajuste global que provoca el calentamiento del planeta.” (# 7)
  2. Hay quienes culpan a los países más pobres de gran parte de responsabilidad en el cambio climático. “Como siempre, pareciera que la culpa es de los pobres.” (# 9) Contra argumenta con los datos de que en realidad “un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre de toda la población mundial, y que la emisión per cápita de los países más ricos es muchas veces mayor que la de los más pobres. ¿Cómo olvidar que África, que alberga más de la mitad de los más pobres del planeta, es responsable de una mínima parte de las emisiones históricas?” (# 9)
  3. Ante el argumento de que disminuir los gases de efecto invernadero y reducir la contaminación va a provocar pérdida de puestos de trabajo, el Papa contesta que: “la transición hacia formas renovables de energía, bien gestionada, así como todos los esfuerzos de adaptación a los daños del cambio climático, son capaces de generar innumerables puestos de trabajo en diferentes sectores.” Por eso el Papa expresa que los políticos y empresarios deberían estar en este momento ocupándose prioritariamente de este grave problema. (# 10)
  4. Ante quienes niegan que este problema tenga en gran parte un origen humano, el Papa dice con toda contundencia: “Ya no se puede dudar del origen humano –‘antrópico’- del cambio climático.” (# 11) Y explica el porqué de esta afirmación dando datos de cómo a mediados de este siglo, coincidiendo con el desarrollo industrial, crecieron exponencialmente las emisiones, no sólo en la atmósfera sino también en el océano, acidificando los mares, provocando además una pérdida de nieve en los glaciares y, por tanto, la subida del nivel del mar. Concluye: “ya no podemos dudar de que la razón de la inusual velocidad de estos peligrosos cambios es un hecho inocultable: las enormes novedades que tienen que ver con la desbocada intervención humana sobre la naturaleza en los dos últimos siglos.” (# 14)

¿Qué denuncias hace?

  • “Los efectos del cambio climático son soportados por las personas más vulnerables, ya sea en casa o en todo el mundo.” (# 3)
  • “Lamentablemente la crisis climática no es precisamente un asunto que interese a los grandes poderes económicos, preocupados por el mayor rédito posible con el menor costo y menos tiempo posible.” (# 13)
  • “El cambio climático afecta la supervivencia de muchas Este es un signo entre tantos otros de que las demás criaturas de este mundo han dejado de ser compañeros de camino para convertirse en nuestras víctimas.” (# 15)
  • También resalta el Papa cómo los mecanismos del poder, del marketing y las mentiras hace que “muchas veces incluso los mismos pobres aturdidos y extasiados frente a las promesas de tantos falsos profetas caen en el engaño de un mundo que no se construye para ellos.” (# 29, # 31)
  • Denuncia también el papa Francisco planteamientos equivocados en torno a la llamada ‘meritocracia’, convertida en un ‘merecido’ poder humano al que todo debe someterse, en un dominio de los que nacieron con mejores condiciones de Dentro de esta lógica perversa, “¿qué les importa el daño a la casa común si ellos se sienten seguros bajo la supuesta armadura de los recursos económicos que han conseguido con su capacidad y con su esfuerzo?” (# 32)
  • Ante esta grave situación el Papa lanza una gran pregunta. La propia conciencia, y ante el rostro de los hijos que pagarán el daño de sus acciones, aparece la pregunta por el sentido: “¿qué sentido tiene mi vida, qué sentido tiene mi paso por esta tierra, qué sentido tienen, en definitiva, mi trabajo y mi esfuerzo?” (# 33)
  • Vuelve a denunciar el mal uso del poder y repite una pregunta que ya hizo en la Laudato Sí: “A los poderosos me atrevo a repetirles esta pregunta: «¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?” (# 60)
  • También el Papa considera lamentable que las crisis mundiales se hayan desaprovechado cuando serían la ocasión para provocar cambios porque “las verdaderas estrategias que se desarrollaron posteriormente en el mundo se orientaron a más individualismo a más desintegración, a más libertad para los verdaderos poderosos que siempre encuentran la manera de salir indemnes.” (# 36)
  • Otra de las denuncias en esta exhortación tiene que ver con el análisis que hace de las diversas conferencias internacionales sobre el clima (# 44-52). Pone de relieve que “los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos, han faltado también caminos eficaces y ágiles de ejecución práctica.” (# 52) Sobre todo denuncia que “las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global. Quienes sufrirán las consecuencias que nosotros intentamos disimular recordarán esta falta de conciencia y de responsabilidad.” (# 52)
  • Al denunciar la ineficacia real de tantas conferencias internacionales, el papa Francisco defiende, y en ese sentido denuncia, que se critiquen y llamen ‘radicalizados’ a grupos que defienden el clima: “en realidad ellos cubren un vacío de la sociedad entera, que debería ejercer una sana ‘presión’, porque a cada familia le corresponde pensar que está en juego el futuro de sus hijos.” (# 58)

Una llamada a la esperanza: Aún estamos a tiempo. ¿Qué podemos hacer?

Queriendo evitar el catastrofismo desmovilizador, el Papa quiere llamar a la esperanza afirmando que sí, aún estamos a tiempo. Es un llamamiento no solo a los cristianos o creyentes de diversas religiones sino a toda la humanidad. “No podemos afirmar con certeza que en las condiciones actuales los peores presagios vayan a suceder.” (# 17) Pero si no hacemos nada, sí sucederá.

¿Qué propuestas nos hace?

  • “Nos urge tener una mirada más amplia que nos permita no sólo admirarnos por las maravillas del progreso, sino también es apremiante prestar atención con lucidez a otros graves efectos que probablemente ni siquiera podían imaginarse un siglo atrás.” (# 8)
  • “Este grave problema ecológico nos pide responsabilidad ante la herencia que dejaremos tras nuestro paso por este mundo.” (# 18)
  • Tomar conciencia de lo aprendido en la covid-19: lo que ocurre en cualquier lugar del mundo tiene repercusiones en todo el planeta. Esto le permite repetir dos convicciones en las cuales insiste hasta el cansancio: “todo está conectado” y “nadie se salva solo.” (# 19)
  • Repensar críticamente, con lucidez y honestidad “nuestro uso del poder”. No todo aumento de poder es un progreso para la humanidad y este progreso sin sabiduría se nos puede ir de las manos y nos está convirtiendo en seres altamente peligrosos “capaces de poner en riesgo la vida de muchos seres y nuestra propia supervivencia.” (# 24, # 28)
  • Saber situarnos en la realidad de un modo nuevo, rechazando un paradigma tecnocrático y afirmando, con palabras y hechos, que “el mundo que nos rodea no es un objeto de aprovechamiento, de uso desenfrenado, de ambición ilimitada, ni la naturaleza es un mero ‘marco’ donde desarrollamos nuestra vida y nuestros proyectos, porque “estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados.” (# 25)
  • Avanzar hacia un nuevo multilateralismo como camino para preservar cada día, el bien, el amor, la justicia y la solidaridad. Un multilateralismo entendido como dotar de autoridad a organizaciones mundiales haciéndolas más eficaces para asegurar el bien común mundial, que ya no sirva para “sostener instituciones para preservar los derechos de los más fuertes sin cuidar los de todos.” (# 37-43)
  • El Papa aboga por un multilateralismo “desde abajo” como un camino para afrontar la crisis climática y no simplemente decidido por las élites del poder. “Las exigencias que brotan desde abajo en todo el mundo, donde luchadores de los más diversos países se ayudan y se acompañan, pueden terminar presionando a los factores de poder. […] Por eso reitero que ‘si los ciudadanos no controlan al poder político -nacional, regional y municipal-, tampoco es posible un control de los daños ambientales.” (# 38)
  • En esta exhortación el Papa hace un llamamiento especial a los líderes mundiales para que la COP 28 “sea histórica, que nos honre y ennoblezca como seres humanos, entonces sólo cabe esperar formas vinculantes de transición energética que tengan tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente.” (# 59)
  • Expresa con claridad un deseo que se hace petición para que los políticos hagan política de verdad: “Ojalá quienes intervengan puedan ser estrategas capaces de pensar en el bien común y en el futuro de sus hijos, más que en intereses circunstanciales de algunos países o empresas. Ojalá muestren así la nobleza de la política y no su vergüenza.” (# 60)
  • Por último, el papa Francisco hace un llamamiento espiritual a todos los creyentes, de un modo especial a los cristianos, aludiendo a textos bíblicos que ponen de manifiesto que Dios, creador de todo, lo vio ‘muy bueno’ y toda la realidad es reflejo de su presencia. Nos invita, sobre todo, a mirar a Jesús como un místico contemplativo que cuidó y contempló la realidad como manifestación de Dios. Nos llama, en coherencia con la fe cristiana, a caminar en comunión y compromiso porque “la vida humana es incomprensible e insostenible sin las demás criaturas”; porque “Dios nos ha unido tan estrechamente al mundo que nos rodea, que la desertificación del suelo es como una enfermedad para cada uno, y podemos lamentar la extinción de una especie como si fuera una mutilación.” (# 61-68)
  • No bastan las acciones individuales. Con lucidez nos dice que es necesario ser sinceros y reconocer que las soluciones más efectivas, tienen que ser estructurales y “no vendrán sólo de esfuerzos individuales sino ante todo de las grandes decisiones en la política nacional e internacional.” (# 69)
  • Sin embargo, es imprescindible la cooperación de cada persona y de la sociedad. Nos recuerda que “no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios personales.” (# 70)
  • Nos anima a cada persona, familia y sociedad a modificar nuestros hábitos de consumo y cuidado de la tierra porque “aun cuando esto no produce de inmediato un efecto muy notable desde el punto de vista cuantitativo, sí colabora para gestar grandes procesos de transformación que operan desde las profundidades de la sociedad.” (# 71). Estos cambios, “junto con las indispensables decisiones políticas, nos indicaría que estamos en la senda del cuidado mutuo.” (# 72)

“Alaben a Dios es el título de esta carta, porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo.” (# 73)

Preguntas para la reflexión

  • ¿Qué pistas nos ofrece la exhortación para ayudarnos a caminar en otra dirección y colaborar en evitar las consecuencias más graves del cambio climático?
  • ¿Qué más añadiríamos?

Por Emma Martínez Ocaña

Foto: Oliver Pacas en Unsplash