El pasado 20 de febrero nos encontramos la Asociación Primaria de Valladolid para despedir a Ana García Aguado y Mª Ángeles Pipó. En la capilla del Colegio Mayor María de Molina compartimos la oración y acción de gracias por todo lo vivido junto a Ana y Mª Ángeles en estos años de entrega y servicio al Sector Ntra. Sra. de Covadonga.

Iniciamos la oración con el canto del salmo 116: “¿Cómo podré pagarte, mi Señor? ¿cómo podré expresarte mi agradecimiento por cuánto haces en mí?”. Un canto de agradecimiento por la vida entregada y recibida, al que siguieron varios textos del Evangelio:  Filipenses 1, 1-11, para recordar y agradecer la colaboración de cada una a la causa del Evangelio; y Colosenses 3, 13-17, como invitación a que cuanto hagamos o digamos, lo hagamos en nombre de Jesús y con un corazón profundamente agradecido. Después del compartir, finalizamos la oración con el canto del Magníficat y una bendición.

Símbolos y recuerdos personalizados

La celebración continuó con un sencillo ágape en la Sede en el que les entregamos como recuerdo unas figuras artesanales con algunos símbolos personalizados y vinculados a la tarea realizada: la mesa de trabajo, el teléfono, el ordenador, la maleta siempre preparada, y el tren que les ha llevado de un lugar a otro, al encuentro de las personas y de la misión, también algunos mensajes para la nueva etapa.

Para Ana un texto poético en forma de oración, para pedir “un nuevo reloj, nueva vida, nuevo tiempo, nueva lluvia y nuevo sol… Un reloj que mida el tiempo como lo mide tu amor, Señor, que se pare cuando lleguen las gentes a mi rincón, para escuchar, compartiendo, alegrías y dolor. Un reloj que me sitúe, la mente y el corazón en el momento presente, que es tu momento, Señor, en el quehacer cotidiano, que es lugar de encarnación. Con la vida y con el tiempo, que hoy me regalas Señor, para darme sin medida, espero un nuevo reloj”.

Para M. Ángeles una maleta con un sencillo “kit de supervivencia” para recordarle que, en la nueva etapa que comienza, tiene los ojos para mirar la realidad con cariño y misericordia; las manos abiertas capaces de acoger y acariciar con ternura; los labios para decir palabras de apoyo, de ánimo de cariño; los pies para caminar y poder salir al encuentro de los hermanos; el firmamento entero para explorar, para que te sirva de guía y compañía.

Gracias Ana y gracias M. Ángeles porque sabemos que habéis dado lo mejor de vosotras mismas.

Begoña Cocho
Valladolid, 28 de febrero 2018