Una experiencia de verano en Guadix donde once voluntarias aprendieron “a mirar más allá de lo que a simple vista podíamos ver”, nos dice Raquel Rodríguez, una de las participantes.

A lo largo del mes de julio tuvieron lugar dos campos de trabajo en el barrio de las cuevas de Guadix, en los que participaron 11 voluntarias.  Cinco personas constituían los equipos acompañantes, además del equipo del Colegio Padre Poveda y varias personas del grupo de la Institución Teresiana del lugar que acogieron y brindaron lo mejor que tenían para hacer posible unos días de trabajo, inmersión, aprendizajes y disfrute a más no poder.

Entre clases de apoyo y actividades de ocio con los niños, conocimiento del entorno y la labor de Pedro Poveda en el lugar, visitas turísticas, convivencia, tareas caseras, talleres de cocina y de alfarería…. transcurrieron unos intensos días. Los más de 40 grados de calor quedaron en una anécdota. Así nos transmite Raquel Rodríguez lo que significó para ellas esta experiencia.

“Al llegar a Guadix, impresiona el entorno que tanto evoca, que entre blanco y ocre nos acoge. En lo más profundo, en las cuevas, nos recibe un agradable fresquito (más para algunas que para otras), en contraste con el calor de fuera.

“Un mes por delante para descubrir caminos compartidos hacia el colegio donde los conquistaron las miradas inquietantes de niños y niñas para quienes, en cuestión de segundos fuimos ‘maestras’ y ‘seños’. Lo importante: jugar; con los más pequeños, para descubrir y aprender; con los mayores, para comenzar a ser.

“Las complicaciones y los desencuentros se solucionaron con el respeto, la escucha y la comunicación. Nuestras diferencias fueron oportunidades para crecer en paciencia y aumentar las sonrisas.

“Descubrimos en el trabajo con cada uno de los niños y las niñas, la sencillez de la vida que ayuda a tener abierto el corazón y la mente ante todo lo que nos rodea.

“Fue muy bonita la acogida, el cariño y el recibimiento de cada persona que allí compartió su tiempo, su espacio y sus experiencias con nosotras, enseñándonos a mirar más allá de lo que a simple vista podíamos ver, acercándonos a la pedagogía y el amor que Poveda inició en Guadix. Siempre cuidando nuestro interior desde el silencio y el acercamiento a los lugares sagrados.”

Por Información IT España