Vida humana verdadera

Yo quiero, sí, vidas humanas (…) pero como entiendo que esas vidas no podrán ser cual las deseamos si no son vidas de Dios, pretendo comenzar por henchir de Dios a los que han de vivir una verdadera vida humana; por consagrar a Dios a los miembros de la familia en que ha de imperar ese verdadero humanismo. (…)

Dios se inclina hacia el hombre; el hombre propende hacia Dios; la humanidad fue tomada por el Hijo de Dios -Dios como el Padre- para no dejarla jamás, y esa humanidad adorable, en la persona divina fue elevada a su mayor perfección. Lo humano perfeccionado y divinizado, porque fue henchido de Dios. 

La Encarnación bien entendida, la persona de Cristo, su naturaleza y su vida dan, para quien lo entiende, la norma segura para llegar a ser santo, con la santidad más verdadera, siendo al propio tiempo humano, con el humanismo verdad.

San Pedro Poveda (1916), Publicado en Amigos fuertes de Dios, página 94.