Llega a ‘Entre Líneas‘ la propuesta de lectura que nos hace Carmen Llopis, cuando nos conmueve estos días el reciente naufragio del pesquero gallego ‘Villa de Pitanxo‘ en Terranova y el dolor de las familias de los pescadores por la pérdida de sus seres queridos.

El libro Buena Mar (2021) lo conocí por una entrevista que le hicieron en la radio a Antonio Lucas, el autor. De esa conversación, entre las muchas cosas que me interesaron, quiero subrayar una idea que me resulto muy sugerente y me animó a comprarlo: “…reconozco que a mí aquella aventura en el barco me transformó bastante.”

El mar y la navegación como tema, quizá por influencia familiar, siempre he pensado que sí, es una aventura vital. Recordé los libros leídos en mi juventud entre ellos El gran sol de Ignacio Aldecoa que también se planteó el viaje en un pesquero.

Antonio Lucas planea la aventura para comprobar cómo viven la mar los pescadores de altura -alejados de la costa-. Lo que nos describe con detalle es la dureza de la pesca en el Gran Sol -caladero situado al oeste de las Islas Británicas, con fuertes tormentas- y a la vez su proceso interior en ese mundo que le es totalmente ajeno.

“… sin experiencia en navegación, con encogimiento y cansancio, sabiendo del océano sólo por el mínimo rumor que el agua deja en la orilla…”

Cuando finalmente pudo realizar la travesía, descubre que también es un viaje hacia su propio interior. Ante la dificultad de convivir en un espacio pequeño y con mucha tarea, su función de escribir lo que ve se queda muy pequeña, es muy marginal comparada con el mundo de faenar sin parar contra los elementos.

“…a bordo navegan once hombres: cinco gallegos y seis africanos a los que nunca había visto. Tengo cuarenta y tres años y ninguna experiencia marinera…”

El realismo del lenguaje transmitiendo su experiencia, los sentimientos… me ha parecido magnífico. Al leer la descripción de los temporales, su pánico… el estómago también se te revuelve y casi notas esa humedad continuada de tanta agua, tan brava y durante tanto tiempo.

“En el macuto llevo poca ropa y toda de abrigo, pero incluí, inexplicablemente, dos bañadores estampados. También dos libros. Un cuaderno de notas. Bolígrafos. Botas de agua. Calcetines gruesos. Y lo más espectacular, cantidades de biodramina y primperán que hacen de mi equipaje un alijo… En algo más de un día estaré a bordo del Carrumeiro.”

Un homenaje a las gentes de la mar, a sus vidas, a sus gentes, a su trabajo para que nosotros podamos comer pescado fresco.

Por Carmen Llopis Pla

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