El cuidado de la Tierra afecta a la vida toda, todos tenemos responsabilidad y todos podemos hacer algo: cambiar y ayudar a cambiar nuestros hábitos de vida. Ana María Velázquez nos hace conscientes de que “el compromiso pasa por lo cotidiano”.

Cuando el compromiso pasa por lo cotidiano

El cuidado de la Casa Común debe ser fruto de una conversión ecológica global que implica al mundo político, económico, ecológico, social… y también implica a cada persona. La responsabilidad y el compromiso podemos concretarlos en nuestra cotidianeidad y ahí encontrar múltiples y diferentes acciones que contribuyan al cuidado de la naturaleza.

Urge un cambio en nuestro modo de vivir, nuestra forma de comprar, de gastar, de usar, de tirar, de consumir, de restaurar, de construir. Este cambio tiene que venir precedido de un cambio de mentalidades e implica una conversión ecológica que afecta a la vida toda[1]. Bajamos a lo concreto y cotidiano y nos disponemos a repensar sobre algunos de nuestros hábitos:

  • El uso del agua: Una ducha abierta sin tiempo, un grifo sin límite, una fuga que no arreglamos, una lavadora a media carga… ¿Cómo uso este bien cada vez más escaso?
  • El consumo de energía: Donde hay energía eléctrica, ¿necesitamos todas las luces que encendemos? ¿Usamos los aparatos eléctricos con criterios de ahorro? ¿Qué uso hago de los medios de transporte? ¿Entra en mi planteamiento un cambio a energías renovables?
  • El plástico: ¡Cuánto llevamos oído y visto sobre éste tema! ¿Hemos desterrado ya el usar y tirar en vasos, platos, cubiertos…? ¿Pensamos en el costo del “sobre empaquetado” o compramos productos envueltos, empaquetados, plastificados… innecesariamente? ¿Hemos incorporado el ir a la compra con nuestros propios recipientes y bolsas por conciencia ecológica?
  • Nuestro modo de comprar: Los tiempos van cambiando y nosotros adaptándonos a ello. Es necesario pensar en la huella ecológica que dejan algunos cambios que incorporamos[2]. Desde aquí apostamos por el comercio de proximidad, lo que no necesita más costo que el necesario para llegar a nuestras manos. A veces, un libro que puedo adquirir en mi propio barrio me llega a casa, empaquetado, después de haber recorrido 300 km. Con frecuencia no distinguimos entre el precio y el valor de las cosas.
  • Participar en campañas de limpieza de barrios, playas y bosques, que algunas asociaciones organizan continuamente.
  • Reciclar. Reutilizar. Reducir. Repartir. Son acciones tan elementales y básicas como fundamentales para el cuidado del medio ambiente. Hay países donde no es posible reciclar y otros donde, quizás, no es posible reducir más. Cada persona sabe lo que puede hacer y lo que no debe hacer en favor del planeta. Destacamos la urgencia de reducir (de-crecer) en el consumo de bienes no renovables de la tierra.

Sin duda, tenemos que tomar la determinación de cambiar hábitos de vida desde lo pequeño, como dice Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”.

Por Ana Mª Velázquez Zambrano

Fragmento del artículo Cuando la realidad nos cuestiona en La Sociedad Fragilizada, pp. 126-128.


[1] Prado M. “Cuidar la creación no es moda, es algo propio del cristianismo”. En Alfa y Omega 22 junio 2017.

[2] Yayo Herrero dice que se necesitarían tres planetas para sostener a nivel mundial la huella ecológica media del nivel de consumo de la ciudadanía española. “Crisis ecológica. Aprender a vivir pisando ligeramente sobre la Tierra”. Coordinadora feminista. Recuperado de: http://www.feministas.org/IMG/pdf/crisis_ecologica.pdf.