La Fundación Institución Teresiana (FIT) ha cedido un piso en el barrio de los Bermejales, Sevilla, para la acogida de mujeres inmigrantes. El proyecto se realiza en red entre la Asociación Claver del SJM (Servicio Jesuita Migrantes), familias acogedoras de las CVX, la FIT y algunas personas voluntarias de la ONGD InteRed.

El 23 de diciembre se inició la experiencia con la acogida de una mujer de Costa de Marfil y su hija de pocos meses, y el 4 de enero se incorporó una mujer marroquí con sus dos hijos.

El convenio de cesión de uso de la vivienda tiene una duración de tres años, al igual que los convenios realizados entre la FIT y Caritas de Santander, Bilbao y Guardamar de Segura (Alicante).

Teresa Gonzalez, perteneciente a las CVX y coordinadora de planificación y desarrollo organizativo de InteRed, comparte el inicio de esta experiencia que han llamado Casa Ítaca” y que ha coincidido con la Navidad.

«Sin esperarlo ni pretenderlo, esta Navidad hemos tenido el regalo de recibir a la primera familia que abre Casa Ítaca en Sevilla. El 23 de diciembre a las 13 horas llegaban del proyecto Odos, Dina y Grice. El rostro de Dina viene cansado, con grietas del camino, pero con esa mirada de fuerza profunda que solo da haber elegido la vida. Grice mira sonriente, alegre, ya tiene dos dientes abajo y sus ojos negros brillan con fuerza. Hace 8 meses que Dina llegó a la península en patera, Grice nació justo al llegar.

familiagrice

Meses de huida de un matrimonio forzoso, meses de desierto y de bosque, meses de incertidumbre en los que conoció a Pirre su actual marido y padre de Grice. Es posible palpar entre ellos el deseo de vida junto con la angustia de lo incierto, de no saber cómo manejarse en esta supuesta nueva tierra prometida. “Solo dormir y comer, eso es lo único que hacemos al llegar. Para nosotros es importante reponernos del camino, pero lo que deseamos es trabajar, aprender y empezar una nueva vida” En una mezcla de francés, inglés y español Dina es capaz de comunicarse y de trasmitir lo que necesita y lo que siente. Desde Costa de Marfil el camino es largo y como en Ítaca, tampoco el piso de Bermejales será la última parada.

La historia de Dina y de Grice no es una historia aislada

Salir de tu tierra y tener la valentía de buscar una vida mejor es algo que miles de personas hacen cada año. El camino –como llaman a ese recorrido exterior e interior que va desde el corazón de África a la puerta de Europa– es muy largo y para muchas personas son más de 4 años de intentos, de desierto, de valla y de mar. Si eres mujer además todo se complica mucho más, la violencia que se sufre en el camino y la vulnerabilidad de caer en redes de trata es altísima.

Pero el deseo de salir es más grande ante la realidad de más 18 países donde los maridos pueden impedir de manera legal que sus esposas trabajen de forma remunerada, 39 países donde las hijas y los hijos no tienen iguales derechos hereditarios o 49 países que carecen de leyes que protejan a las mujeres de la violencia doméstica de género. Las cifras del mediterráneo también hablan por sí solas. En el año 20182 han sido ya 4503 personas las que han perdido la vida intentando salir de su tierra. 2242 la han perdido en el Mediterráneo y 567, una cifra a veces menos contada, pero para muchos y muchas de ellas más dura, en el desierto, en medio de la arena y en sol.

Y en medio de la constatación de que el deseo de Vida es más fuerte empezamos a escuchar de una manera cada vez más legitimada un discurso de la exclusión y de Europa ciudadela donde se niega el reconocimiento de la dignidad del otro.

Hoy más que nunca tenemos que asumir tres dinámicas intensas y extensas

La de arrodillarse y ofrecer: que tiene que ver con llevar una minipimer para las papillas, un espejo que falta, el cable de antena para la tele o arrodillarse para jugar en la alfombra con la pequeña Grice. Es esa dinámica interior que es capaz de reconocer el misterio del otro, lo sagrado de la vida humana y la presencia de la novedad en lo más vulnerable de nuestras sociedades.

La de anunciar y pregonar: Nunca como ahora es más urgente en nuestros contextos romper el discurso del odio. Nos toca llevar el anuncio de la Buena Nueva. Ese Anuncio que necesita ser pregonado allá donde vayamos, en los lugares más recónditos, tomando café con la familia y en la conversación más inesperada. Nos toca establecer diálogo y escuchar para que la dinámica de la expulsión de lo distinto no se instale en nuestro país. Pregonar y anunciar que vamos a seguir creyendo en la ciudadanía global, en la construcción de una manera diferente de ser sociedad que no es ingenua ni insensata pero que es capaz de tejer otro mundo posible.

Sembrar esperanza: Conscientes de ser fragilidades habitadas y esperanzadas nos toca reconocer el milagro de lo pequeño. Casa Ítaca es una iniciativa en Red donde la Fundación Institución Teresiana ha cedido un piso en el barrio de los bermejales de Sevilla –uno de los 4 que tiene cedidos en diferentes lugares de España–, la compañía de Jesús a través de la asociación Claver del SJM ofrece el apoyo técnico y la Red de familias acogedoras de CVX Sevilla y voluntarias del comité de InteRed en Sevilla algo de calor.
Es un piso de tres habitaciones, una experiencia sencilla, pequeña, pero ha despertado luz, solidaridad y deseos de compromiso en muchas personas del entorno. Una oportunidad para vivir el compromiso con lo local, ante un mundo en cambio donde todo está relacionado.»

Teresa González Pérez.
Sevilla, 28 de diciembre de 2018.