“Para algunos resultará sugerente y conmovedora. Para otros, quizá […] resulte incómoda. […] Pero creo que, para la mayoría, será una invitación o desafío a adentrarse aún más en los escritos y la vida de santa Teresa”, comenta en este artículo Carmen Fernández Aguinaco sobre la película de Paula Ortiz.
El pasado marzo la Revista Crítica celebró una conversación con Paula Ortiz, directora de la nueva película Teresa, y Juanma Latorre, el creador de la cinta sonora. Fue una presentación espontánea y familiar, como un diálogo entre amigos. Los participantes no llevaban presentaciones escritas o preparadas; y, sin embargo, la riqueza de la experiencia personal brotó como en cascada, con entusiasmo y pasión.
Nunca hubo un juicio presencial de la Inquisición contra Teresa. Sí que fue acusada—a veces por sus propias monjas—y su Libro de la Vida fue examinado minuciosamente. Nunca se encontró nada condenatorio. La película Teresa, basada en la obra de teatro de Juan Mayorga, La lengua en pedazos, presenta, sin embargo, un interrogatorio que se desarrolla a modo de diálogo-debate, entre Teresa y el inquisidor.
No pretende, ni Mayorga ni la directora de la película, Paula Ortiz, hacer creer que los hechos fueran históricos. Pero sí respaldan la veracidad de la defensa de Teresa, ya que se basan literalmente en sus escritos. La palabra de Teresa es literal; todo lo que la rodea en la película es ‘lengua en pedazos’; o lengua metafísica, que tiene valor en sí misma, pero esconde y revela a la vez otras realidades y otros mundos. En sus respuestas a las a menudo insidiosas preguntas del inquisidor, Teresa recuerda su vida y sus escritos, sus raíces familiares, sus sueños de joven y, sobre todo, el amor constante. En palabras de Paula, “expresa su relación con lo transcendente, con el amor”.
Una Teresa única y universal
Ha habido muchas películas y libros sobre Teresa, como la famosa versión de Aurora Bautista y la más famosa serie de Concha Velasco. Recientemente la BAC publicó la obra de Antonio Piedra sobre la poesía de Teresa, donde la presenta como figura poliédrica. Cada generación ha ido interpretando su figura de una manera distinta, porque, como han dicho muchos autores y asegura Paula, hay muchas Teresas y en cada una de ellas se pueden identificar personas de distintos tiempos y de distintas culturas.
La película no es lineal, sino, en un auténtico sentido barroco, hecha de capas de significados, de retorcimientos; no sólo de lengua, sino de imágenes, tiempos, espacios y sonidos. Se mezcla lo literal de las escenas del diálogo en la cocina del convento (“entre los pucheros anda Dios”), con los mundos de ensoñación o casi alucinación de las experiencias místicas de Teresa. Hay momentos poéticos, de recreación estética en la naturaleza, que son, lógicamente, totalmente ahistóricos, pero que pretenden llevar al mundo interior de la Santa. Hay también escenas de ‘cómo pudo ser’, según los datos familiares e históricos, pero ciertamente, nada literales ni comprobables, ya que entran dentro de otros espacios.
Un texto de Teresa: “Oh hermosura que excedéis” … parece ser un centro dramático del que irradian otras muchas imágenes y visiones que avalan la autenticidad de la experiencia religiosa de Teresa. “Se trata”, dice Paula Ortiz, de “una reflexión en torno a la fe”. Más que una película, parece ser toda una experiencia de todos los sentidos, en los que aparece una Teresa muy íntima, original y única, que es, al mismo tiempo, totalmente universal.
La música lanza a Teresa a través del tiempo
La música ocupa un papel importantísimo en la película. Es, de acuerdo con todo el sentido, tanto barroca como ecléctica. Va de la polifonía de Tomás Luis de Victoria a una canción moderna y de la música electrónica expresamente compuestas para la película, a cantos populares castellanos. No es un mero acompañamiento de lo visual o de la narración, sino parte integral de la experiencia estética de todo el filme. Según Juanma Latorre, la música, junto con todo lo demás, tenía que lanzar a Teresa desde el pasado, no solo a nuestro presente, sino también al futuro.
Para algunos resultará sugerente y conmovedora. Para otros, quizá la falta de historicidad, de exactitud espacial (no está rodada en Ávila, ni en la Encarnación), o de linealidad narrativa resulte incómoda. Quizá a algunos les falte, no ya experiencia mística, sino algo más de la transmisión de santidad. Pero creo que, para la mayoría, será una invitación o desafío a adentrarse aún más en los escritos y la vida de santa Teresa, para descubrirse, una vez más… o por primera vez.
Por Carmen Fernández Aguinaco