Gregoria Ruiz, directora general de la Institución Teresiana, en la Carta del Año 2024 invita a vivir la vocación teresiana “en el corazón de un mundo fracturado”. 

Vivir el carisma en el corazón de un mundo fracturado

Sabemos que la Institución Teresiana es una obra para tiempos difíciles. El mundo que le tocó vivir a Poveda en el siglo pasado no era muy diferente del nuestro. Le tocó vivir en una época de convulsiones sociales que provocaban conflictos, odios y violencia. En el corazón mismo de estas realidades oró y de la profundidad de su experiencia de Dios surgió su respuesta.

Como en tiempos del Padre Poveda, seguimos viviendo en un mundo roto; a nuestro alrededor vemos naciones asoladas por la violencia y los conflictos; desastres naturales y calamidades provocadas por el hombre, desigualdad e injusticia; mentiras, distorsiones y falsedad; desesperanza y falta de sentido; pobreza de muchas formas; podríamos seguir la lista…

Muy concretamente, al comenzar el año 2024, esperamos y rezamos ardientemente por la paz, anhelando un mundo más humano en el que todas y cada una de las personas puedan vivir con dignidad, en paz y seguridad y con comunidades y naciones coexistiendo pacíficamente en un desarrollo compartido y un bienestar colectivo. A pesar del sombrío telón de fondo de nuestras realidades actuales, perseveramos en la confianza, aferrados a la visión de Dios para el mundo, bellamente expresada en el libro del profeta Isaías 11, 6-9:

Habitará el lobo con el cordero, el leopardo se tumbará con el cabrito, el ternero y el león pacerán juntos: un muchacho será su pastor. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león como el buey, comerá paja. El niño de pecho retoza junto al escondrijo de la serpiente, y el recién destetado extiende la mano hacia la madriguera del áspid.

Nadie causará daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país del conocimiento del Señor, como las aguas colman el mar.

Como creyentes en Dios, y en Jesús que “es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas” (Sl 145, 8-9), nos preguntamos ¿cómo debemos situarnos en este mundo lleno de divisiones, con muchas barreras, fronteras y muros que nos clasifican como de dentro y de fuera? Al mismo tiempo, hay dentro y entre nosotros una profunda conciencia y anhelo de unidad y paz que nace de la intuición de que tenemos más en común que lo que nos divide y nos aparta a unos de otros.

Gregoria Ruiz Alegarbes. Enraizados en el don recibido, nuevo comienzo, nuevas llamadas. Carta del año 2024.

Imagen de Lina Trochez en Unsplash.