Con el tema Acompañar el crecimiento de la vida en el Espíritu, del 18 al 20 de noviembre se han reunido en Los Negrales los participantes del seminario Claves de Acompañamiento en Poveda. Un grupo de diferentes nacionalidades han compartido también la experiencia de manera ‘online’. Almudena Colorado comparte aquí su experiencia del encuentro.

“Mucho mejor acompañándonos”, así comienza su testimonio Almudena Colorado sobre la cuarta sesión de Seminario Claves de Acompañamiento en Poveda.

“Internet nos tiene hoy más conectados que nunca. Se tiene la sensación de no estar solo, pero… ¿es suficiente? En mi opinión, hay algo que se escapa a la wifi. Algo que solo lo da la mirada, la palabra compartida en la cercanía, ese “abrazo a punto de darse”. Y es que no es solo conexión, es acompañamiento. De eso estamos muy necesitados.”

En este fin de semana se puso en común el trabajo realizado sobre la sesión anterior con “la reflexión personal y sincera de cada uno y cada una”, afirma Almudena, “otra forma de acompañar desde la generosidad de quienes comparten lo meditado, así como desde la apertura de aquellos que escuchan en el silencio acogedor”.

Lo que ha supuesto la exposición del tema central Acompañar el crecimiento de la vida en el Espíritu lo relata así:

“Ha sido un tema que me ha clarificado más los pasos en este camino comenzado el año pasado. Muchos somos los que hemos creído acompañar en el intercambio de palabras, más o menos entrañables y alentadoras, siempre dichas desde el cariño. Vale, no está mal si hay escucha verdadera. Pero, como escribió Pedro Poveda: ‘Quiere Jesús que no seamos parleros delante de los hombres, (…), ni habladores de cosas inútiles. Desea, en una palabra, que nuestra conversación sea con Él y en su presencia’[1]. Acompañar en el Espíritu es, como se dice popularmente, ‘harina de otro costal’. Tiene un sabor diferente y provoca otra digestión. Y todo porque hay un tercero entre acompañante y acompañado: el Espíritu. Es el Espíritu el que impulsa el deseo de preguntarnos, de buscar y de esperar la respuesta que sabemos y confiamos que llegará. Él es el que, desde el silencio, mueve nuestros vientos, los orienta, y fecunda ese acompañamiento para que dé sus frutos.”

Hubo un espacio para contrastar en grupos pequeños la experiencia de vida y se presentaron las tres primeras moradas de Santa Teresa del Castillo Interior. “Estas monjas tienen necesidad de quien algunas dudas de oración les declare… iré hablando con ellas” [2]; comenta Almudena: “parecía que, desde el pasado, lo hubiera escrito para quienes estábamos allí presentes”.

En el encuentro también se practicó un poco de ‘conversación espiritual’

“¡Es curioso cuán necesario se hace este tipo de conversación, y cuántas otras conversaciones, menos sustanciosas, tenemos en el día a día! Sí, ya sabemos: las prisas, las urgencias… Esta vida ajetreada que no da espacio para lo importante. Conversar de esa manera, desde el Espíritu y la vida, se convierte en todo un anclaje y encaje.”

El grupo compartió la celebración eucarística, ratos de oración y convivencia espontánea, símbolos, emociones, propósitos… y alegría.

“La alegría siempre presente, siempre contagiosa, sin estruendo ni desequilibrios. La alegría que se lleva a casa, que brota a raudales. Esa alegría sencilla que nace del sentirse acompañados y acompañadas y que brota, a su vez, de saberse llamados a acompañar.”

Por Información IT España

Testimonio de Almudena Colorado

[1] Pedro Poveda. Amigos fuertes de Dios. Pág. 53. Editorial Narcea.

[2] Santa Teresa de Jesús. Castillo interior. Prólogo # 4.