Este Camino a Covadonga nos ha ayudado a crecer”. Jóvenes de la Institución Teresiana emprendieron en el mes de julio un camino, no solo físico, desde Gijón a Covadonga, donde permanecieron tres días Junto a la Santina. Construir un proyecto de vida se hace andando. Y en el camino de construcción se necesitan acompañantes: textos bíblicos, textos institucionales, animadores y compañeros de camino. Alejandra Marcos y Sebastián de la Torre cuentan su experiencia.

El 21 de julio de 2025 dieron comienzo las ansiadas Jornadas de Militantes de ACIT Joven 2025. Un pequeño grupo de jóvenes, procedentes de Madrid, Málaga, Puertollano y Sevilla, emprendimos el camino desde Gijón hacia Covadonga, de la mano de tres comprometidos animadores: Ana Suárez, Irma Carballo (Coordinadora del Movimiento) y Miguel Ángel.

 

Los tres primeros días no solo consistían en CAMINAR. El proceso nos planteó una serie de retos y propuestas que, entre silencios y reflexiones, nos prepararían para una realidad cercana. El esfuerzo físico quedó en un segundo plano y dejó paso al aprendizaje que nos permitió avanzar con la figura de Jesús amigo en este camino de oración. Entre ampollas, sudores y cuestas, eran aliento una charla, una risa o el último empujón del amigo.

 

Cada uno de estos días quedaba recogido al final de la tarde, compartiendo todos, como compañeros, la experiencia.

 

Nuestro tiempo en Covadonga fue corto pero intenso. Cada mañana nos levantábamos ayudados por textos de gran importancia para la Institución, especialmente de Pedro Poveda. Reflexionábamos y orábamos, buscando responder esas preguntas que el frenético día a día nunca deja atender. Los momentos de oración eran siempre de la mano de la Santina, a la que subimos a saludar en el momento de nuestra llegada. Ella nos acompañó durante toda nuestra estancia.

 

Los momentos más importantes de la jornada eran sin duda aquellos en los que compartíamos nuestras reflexiones y dejábamos ver al resto de los compañeros lo que las lecturas de la mañana nos habían llevado a plantearnos. La vida en Covadonga fue tranquila y siempre encontramos nuestro hogar teresiano en la Casina y en las personas que la cuidaban.

 

Este Camino a Covadonga nos ha ayudado a crecer tanto en la relación con Dios como en nuestro desarrollo personal. Además nos dio unas amistades maravillosas con las que compartir nuestra experiencia como miembros de ACIT Joven. Todos volvimos a nuestras ciudades habiendo aprendido muchas cosas nuevas sobre nosotros mismos y nuestros acompañantes, ¡con mucha ilusión por volver a encontrarnos lo antes posible!

Por Alejandra y Sebastián, ACIT Joven

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