La Institución Teresiana celebró el día jubilar para los laicos organizado por la Archidiócesis de Madrid. Más de 60 asociaciones, movimientos y comunidades asistieron al evento convocados con el lema Con la fuerza del Espíritu, contagiemos esperanza.
La Institución Teresiana participó en el Jubileo de los Movimientos, Asociaciones y Nuevas Comunidades organizado por el Secretariado de Apostolado Seglar de la Archidiócesis de Madrid. En el Seminario Mayor y, más tarde, en la catedral Santa María la Real de la Almudena se celebró el día jubilar para los laicos durante la Vigilia de Pentecostés, uniéndose así a la Iglesia universal que lo celebraba en Roma.
Con el lema Con la fuerza del Espíritu, contagiemos esperanza, la jornada tuvo dos partes señaladas. Más de 60 asociaciones y movimientos, entre los que se encontraba la Institución Teresiana, participaron en los actos. Mercedes Ruiz, miembro de la Comisión de Laicos, había señalado:
Participar en este Jubileo supone darle el profundo sentido eclesial que el fundador, san Pedro Poveda, quiso para los miembros. […] Queremos aprovechar esta oportunidad que Dios nos ofrece a través de su Iglesia para fortalecer nuestra fe y renovar nuestra esperanza, deseando ser fermento de esperanza en este mundo tan necesitado de ella.
Reflexión bíblica sobre la esperanza
Los actos de la primera parte de la Jornada, celebrados en el Seminario Mayor de Madrid, tuvieron un fuerte contenido de reflexión teológica. Después de la oración de la mañana, D. Juan Carlos Carvajal Blanco, profesor de Teología de la Escuela San Dámaso, ofreció una reflexión bíblica sobre la esperanza cristiana. Arrancando del diálogo en el rito bautismal en el que se pregunta al catecúmeno (o sus padres y padrinos) qué le dará la fe, el profesor Carvajal ahondó en el sentido escatológico de la esperanza cristiana. Enfatizó que la esperanza no trata de cosas temporales deseadas y cumplidas, sino de la esperanza final de la resurrección.
Se centró, en primer lugar, en el deseo humano de felicidad y los signos de esperanza que remiten a Cristo Jesús, especialmente la multiplicación de los panes y los peces y el discurso del pan de vida. Pasó entonces a delinear un apostolado laico atravesado por la esperanza, destacando cuatro rasgos esenciales: la oración del Padrenuestro; las bienaventuranzas como testimonio de esperanza, comentando cómo ofrecer esperanza a quienes sufren, con realismo y en verdad; los signos de esperanza que representan las obras de misericordia; lo que es central en la vida de la Iglesia: el anticipo de la esperanza que es la celebración de la Eucaristía.
En cada uno de los puntos, Carvajal fue señalando los pasajes de la Escritura que los sustentan. Concluyó su reflexión ofreciendo un conocido poema de Charles Péguy sobre la esperanza: “esa niñita de nada… que arrastra a las otras dos virtudes y la que hace andar al mundo entero…”
Otros momentos de la Jornada
Durante los descansos, se proyectaba de forma continuada un video en el que las diversas asociaciones presentaban sus organizaciones y carismas. Entre ellos, estaba el de la Institución Teresiana que fue muy bien recibido.
Los participantes tuvieron luego una oportunidad de trabajar por grupos alrededor de tres preguntas: ¿Cómo vives en la vida diaria el sentido de esperanza…? ¿De qué modos concretos cultivas en ti la esperanza, especialmente en momentos difíciles? ¿Cómo eres fermento de esperanza ahí donde vives y te mueves?
Un taller-dinámica, titulado El viaje de la conversión, escenificó la trayectoria de la persona en su camino hacia la vida en Cristo.
Llamados a ser signos de esperanza
Los participantes en la Jornada, ahora acompañados por otros miembros de sus organizaciones, salieron en procesión hacia la Catedral de la Almudena, donde se celebraría la Eucaristía de envío. Cada grupo fue colocando a los pies del altar su enseña.
Presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, esta celebración reunió a cientos de personas de organizaciones laicales congregadas para el Jubileo. En su homilía, D. José celebró la diversidad y multiplicidad de asociaciones y grupos presentes en la Archidiócesis de Madrid e invitó repetidamente a los presentes a “responder juntos a una única misión, que es de Cristo, y no nuestra”. Señalando la importancia de la vocación bautismal, laical, expresó que los cristianos tienen el reto de escuchar juntos y ver la misión de la Iglesia en el mundo de hoy.
Desafió a los presentes a ser signos de esperanza en el mundo, empezando por los propios hogares, como laboratorio donde se ensaya y se aprende la vida de la Iglesia. Pero advirtió del peligro de encerrarse y llamo a un camino eclesial más humilde, más pobre, más participativo, más misionero. “Estáis llamados a ser signos de esperanza,” dijo, “no solo en los espacios más protegidos y cómodos, sino en el mundo… Un mundo que debemos amar”.
Ofreció entonces dos subrayados de respuesta a este Pentecostés, a esta jornada. “Como peregrinos que han entrado por la puerta” invitó a que miremos y escuchemos “esta llamada a una misión única que está más allá de los carismas propios”. Y una palabra: complementariedad. Es más que cooperar, es comunión. “Dependemos, para nuestra existencia, unos de otros”, afirmó.
La Eucaristía Jubilar concluyó con un rito de compromiso de todas las agrupaciones laicales, quienes respondieron públicamente a las preguntas del arzobispo.