Desde Puna, India, Ganeshdatta escribió este testimonio sobre Ana M.ª Madrigal, miembro de la Institución Teresiana, fallecida recientemente. Ganesh, su alumno, la describe como una mujer activa, alegre, entusiasta, “llena de energía y buenas ideas”. Una excelente profesora y una persona compasiva “que cuidaba de sus alumnos y colegas, siempre estaba lista para ayudarles”.
Recuerdos de un alumno indio
Cuando me encontré con Ana el 23 de junio de 2024 después de varios años, en el Colegio Mayor Poveda de Madrid, me alegré mucho de ver que estaba con buena salud y activa. Entonces trabajaba en un archivo y guiaba a unas alumnas filipinas que pedían residencia en España. A Ana le alegró mucho ver un grupo de alumnos que visitaba España para hacer un cursillo en Valladolid y también hacer turismo, y enterarse de la expansión de la enseñanza del español en la universidad FLAME de Pune, India, donde mis colegas y yo damos clases al nivel básico.
Como siempre, Ana estaba alegre, llena de entusiasmo, energía y buenas ideas. Nos preguntó qué hacíamos, sobre nuestros planes y nos animó a seguir con buen trabajo en nuestros esfuerzos. Antes de despedirse, Ana me preguntó por qué no pensaba hacer un posgrado en español y me deseó suerte en mi trabajo. No me imaginé que era el último encuentro con Ana. Nuestra estimada y querida Ana falleció siete semanas después, el 16 de agosto, en Madrid, de cáncer de páncreas.
Conocí a Ana cuando me matriculé en certificado (el primer nivel) de español en 1998 en la universidad de Pune. En los siguientes 25 años la descubrí como una excelente profesora, andariega, fundadora de instituciones y, sobre todo, como un compasivo ser humano que cuidaba de sus alumnos y colegas, siempre estaba lista para ayudarles.
Después de enseñar en Filipinas se trasladó a la India en los años 90 y enseñó en el Departamento de Lenguas Extranjeras de la universidad de Pune durante 17 años, antes de que finalmente se trasladase a España en la segunda década del 2000. Empezó y asentó la enseñanza del español en Pune, desde certificado hasta posgrado, bajo su dirección. Ana formó y reunió un equipo de dedicados profesores. La única vez que la vi muy disgustada fue cuando no había una aula disponible para dar clase. Hablamos con la persona responsable y el asunto se resolvió enseguida.
Como no había curso formal de diploma avanzado, después de terminar nuestro diploma en el año 2000, un grupo de alumnos decidimos reunirnos una vez a la semana en la universidad. Así seguimos aprendiendo durante tres años con Ana e Inés, la profesora que acababa de unirse al equipo de Ana. Tuvimos sesiones de lecturas y ejercicios, como en la clase formal, tertulias y concursos. Cuando el curso de diploma avanzado fue aprobado en 2003, hicimos una gran celebración.
En 2001, cuando Ana se enteró de que yo había empezado a dar clases particulares en un instituto privado, me ofreció que diera clases en su lugar mientras ella estaba fuera de la ciudad. Y así me eligió para enseñar a un grupo de alumnos del nivel certificado. El primer día de clase, ella se sentó en la última fila del aula. Al terminar, me hizo sus comentarios y me aconsejó cómo mejorar la presentación en la clase. También me ayudó a conseguir proyectos de traducción e interpretación.
Al mismo tiempo, Ana era una maestra de tareas duras e imponía disciplina estricta. Me dijo sin ambigüedades que no podría seguir dando clases si los alumnos no estaban satisfechos. Otra vez, cuando estaba con ella en un restaurante en Madrid y quería probar la sangría, me dijo que ella no quería ser responsable de introducirme en bebidas alcohólicas, y que en su casa se la hacía sin alcohol.
Ana aceptaba nuevas ideas con mente abierta y siempre estaba lista para aprender. Tenía el truco de conectar con los alumnos con empatía, inspirarles en sus esfuerzos y facilitar su desarrollo con delicadeza. Ella sabía que yo estaba haciendo mi doctorado en política, así que tenía que dividir mi tiempo entre español y los deberes del doctorado; siempre me decía: “Ganesh, uno a uno”. Una vez, Ana e Inés nos invitaron a su casa a comer. Yo no tenía muchas ganas y puse la excusa de que no sería posible para mí porque tenía que prepararme para la prueba final. Ana me llamó y dijo: “¡Esto no vale Ganesh, debes venir!”. Y disfrutamos de paella, juegos y bromas. Y no fue un compañero de clase sino Ana quien me llamó para informarme sobre el fallecimiento de nuestro compañero Sagar Mahajan y su funeral.
Como a muchos europeos, a Ana le desconcertaba la diversidad de la sociedad india. Con perplejidad decía: “¡Hay tantas culturas diferentes!”. Pluralidad y diversidad son las características de la sociedad india por excelencia y son resultado de distintas lenguas, de la cosmología hindú y de la convivencia de diferentes fes durante miles de años. Tenía dificultades en entender las normas y los valores de la familia india, pues en muchas familias se da una dependencia de los padres hacia los hijos. Pero admiraba a los indios por su inteligencia y capacidad.
Ana sufría de osteoporosis y se rompió una pierna en 2010. La visité cuando se estaba recuperando en el hospital Sancheti de Pune. Después de salir del hospital, intentó reanudar su trabajo de manera normal, sin suficiente descanso, y se rompió otra pierna. Cuando la llamé después de una semana, me enteré de que otra vez estaba en el hospital. ¡Qué pena! Probablemente después de esto, Ana decidió trasladarse a España.
Cuando visité España en 2011 vino de su pueblo a Madrid aunque todavía usaba muleta. Me llevó a la iglesia de San Jerónimo el Real y me explicó el estilo y la arquitectura. También fuimos al Parque del Retiro y luego pasamos por la Puerta de Alcalá. Ana me explicaba las cosas mientras caminábamos por las calles. Antes de despedirse me llevó a un restaurante y cenamos una ración de pescado, ensalada y croquetas. La vez siguiente, la vi con mi hija en Pune cuando visitaba India en 2015. Este junio, cuando la vi en Madrid me dijo que había planeado viajar a la India, pero no lo pudo ejecutar por su dificultad para caminar.
Aunque hoy Ana no está con nosotros físicamente, sus virtudes y mensaje iluminan nuestro camino. Siempre estaré agradecido a la profesora que nos inspiró las virtudes del entendimiento y la compasión y que nos enseñó a destacar en nuestro trabajo. ¡Que descanse en paz y siga cuidándonos y guiándonos en nuestra vida y profesión!
Por Ganeshdatta Poddar
Puna, octubre de 2024
Imagen de https://indolinkspanish.wordpress.com/2012/03/30/entrevisa-a-ana-maria-madrigal-de-la-institucion-teresiana/
Me llena de emoción y gratitud haber conocido y tratado a Ana Madrigal. Ha sido un regalo de Dios para mí. ¡Muchísimas gracias!
Me ha encantado el testimonio del antiguo alumno indio de Ana Mª Madrigal, Ganeshdatta Poddar. Para mí Ana Mª, con su serenidad, interioridad, cariño y sonrisa amable, ha sido siempre como un reflejo de Dios.
Gracias por ese precioso perfil de Ana Madrigal, Ganeshdatta. Yo he vivido con ella en Madrid, solo tres años. Me dejó una huella profunda. Gracias.