Leemos hoy el mensaje Urbi et Orbi del papa Francisco como su testamento. “Cristo ha resucitado, ¡aleluya!”, así comienza y así termina: “¡Feliz Pascua a todos!”
Después de la felicitación, el papa Francisco comienza afirmando cómo la luz venció a la oscuridad en la Pascua de Jesús. Continúa con una llamada a vivir la esperanza: “Quisiera que volviéramos a esperar que la paz es posible”. Expresa su oración por todos, siempre con sus ojos puestos en los más desfavorecidos.
Y ante la llamada que vivimos de nuestros dirigentes políticos al rearme, nos recuerda: “La paz tampoco es posible sin un verdadero desarme”. Una vez más, el Papa llama a hacer vida nuestro sueño en el aquí y ahora: “Que nunca se debilite el principio de humanidad como eje de nuestro actuar cotidiano”.
Y concluye el Mensaje con estas palabras:
En la Pascua del Señor, la muerte y la vida se han enfrentado en un prodigioso duelo, pero el Señor vive para siempre (cf. Secuencia pascual) y nos infunde la certeza de que también nosotros estamos llamados a participar en la vida que no conoce el ocaso, donde ya no se oirán el estruendo de las armas ni los ecos de la muerte. Encomendémonos a Él, porque sólo Él puede hacer nuevas todas las cosas (cf. Ap 21,5).
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Imagen del Osservatore Romano