“La proximidad de la Navidad nos atrae y acerca en todas las direcciones, traspasa las diferencias que alejan…” El 18 de diciembre, las 23 residentes del Centro Josefa Segovia de Jaén han disfrutado de un encuentro navideño con 50 niños de 5.to de Primaria del Colegio Pedro Poveda. ¿El objetivo? Escucharse y compartir cómo viven el tiempo de Navidad.
La proximidad de la Navidad nos atrae y acerca en todas las direcciones, traspasa las diferencias que alejan, cuando las hay, y nos reúne a todos en torno al Misterio que se celebra. Porque Jesús fue el primero en bajar, encontrarse con los hombres, tomar nuestra naturaleza e iniciar su historia al lado de la nuestra, “puso su tienda entre nosotros. Había llegado ‘la plenitud de los tiempos’, la salvación estaba ya muy próxima.
Encarnita Molina Medina
Así vivimos la Navidad
Un encuentro significativo se produjo en el Centro Josefa Segovia de Jaén, la mañana del día 18 de diciembre de 2024. Las 23 residentes, el Equipo y las personas que se acercan temporalmente por asuntos médicos recibieron a un grupo de 50 niños de 5.º de Primaria del Colegio Pedro Poveda de la Institución Teresiana. Se trataba de escucharse mutuamente, de compartir cómo los niños viven estos días en familia, y cómo las personas mayores vivieron la suya cuando tenían su edad.
Pero el guion saltó, superó y amplió el relato de las personas mayores, que salpican las Navidades con recuerdos de las vividas en otros países de América, África, Oriente Medio, Filipinas, Japón, China…, al hilo de cada biografía.
Un diálogo que suscitó interés, asombro… y mucha alegría
Los chicos llegaron puntuales y disciplinados, con la alegría dibujada en sus rostros. En el salón de actos, Francisca Pérez Catena, directora del centro, les dio la bienvenida y y unos minutos para reconstruir entre todos el relato evangélico de Lucas.
En el diálogo, los muchachos iban descubriendo la experiencia de la Navidad de las personas mayores. Surgió la admiración, creció el interés, querían saber más: ¿Cómo son los villancicos por ahí?, ¿montan nacimientos?, ¿cantan y bailan?, ¿cómo se visten?… Y las preguntas iban encadenando respuestas.
De la misma manera, los niños aportaron su experiencia, más corta, pero cercana y fresca de un modo rápido y natural: “nos vamos al pueblo con mis abuelitos”; “nos reunimos la familia, cantamos, cenamos, lo pasamos fenomenal”; “no salimos, porque hace mucho frío y vienen mis familiares más cercanos” …
En el intercambio, el asombro crece al ir escuchando las cifras de las edades: más de 70 años, más de 80, y ¡100 años! Sus pupilas se dilataban, “una novedad difícil de encajar en sus escalas numéricas”, expresa Encarnita.
“Me ha encantado oír a estas personas tan mayores, pero con tanta alegría y ganas de vivir”, expresó alguno. “La Navidad nos recuerda que Dios siempre está con nosotros”, dijo otro. Y los brazos se levantaban pidiendo la palabra. Pero el reloj va marcando con ritmo implacable el momento final. “Las sonrisas y la alegría circularon libremente por el salón, caldeando más, si cabe, el clima de familia”, comparte Encarnita.
Intercambio de regalos
Antes de partir hubo un intercambio de regalos. Regalos que son más símbolo que realidad en un tiempo marcado por la austeridad y la solidaridad con los que menos tienen. Los niños entregaron a cada persona un mensaje de Navidad en un díptico de papel con motivos navideños, elaborado por ellos mismos. Al dorso del díptico, figuraba la misma inscripción con una frase de Pedro Poveda dirigida a las personas mayores: “El ejemplo vuestro será la asignatura que mejor aprenderán las alumnas”. La residencia les ofreció caramelos, ¡tan aficionados ellos a golosinas!
La despedida fue más un “hasta pronto”, “volveremos”, “¡Gracias!”, “¡Feliz Navidad!”
Emoción, alegría, cariño y gratitud
La casa recobró la calma y guarda la experiencia que aflora espontáneamente.
“Me he sentido niña de nuevo con mis propios recuerdos”, expresó una residente. “Experiencia bonita, entrañable y llena de emoción y alegría”, dijo otra. “Los niños, por su parte, con su natural sencillez y espontaneidad; y nosotras, las mayores, con cariño, compartiendo experiencias de nuestra vida en familia y en la Institución”, compartió alguna. “Mi gratitud, no se queda en el tintero. Gracias a las personas que habéis hecho posible este encuentro, los profesores algo habrán colaborado, ¡y nosotras también!”, afirmó otra.
Un encuentro, un intercambio en el que el Misterio de la Encarnación nos envuelve y sabe a espera, rejuvenecida y reforzada con los sonidos y el bullicio de los niños, como auténticos altavoces de Jesús, a la manera de lo que ocurrió en Belén, en la primera Navidad.
Encarnita