Nuestro mundo pide cristianos que sean ‘discípulos y ciudadanos’, que tengan una ‘extra-ordinaria originalidad’, que construyan una Iglesia sinodal. En continuidad con los actos conmemorativos del centenario de la Institución Teresiana (IT), en Valencia se celebró el panel ‘Laicos en el siglo XXI: vocación, espiritualidad, compromiso’.

El panel tuvo lugar el 16 de octubre y abordó tres grandes temáticas: Discípulos y ciudadanos, Una extra-ordinaria singularidad y Laicos en una Iglesia sinodal. Los panelistas fueron Laura Moreno Marrocos, Elisa Estévez López y José Vidal Taléns, respectivamente.

Discípulos y ciudadanos

La intervención de Laura Moreno comenzó con el visionado de un vídeo que  invitaba a ser personas de esperanza, “esa pequeña luz en medio de la oscuridad, del sin sentido. Apremiaba “a leer los signos de nuestro tiempo, a agudizar la capacidad de discernir para asumir los criterios del Evangelio; para vivir con pasión y compasión con una mente atenta y profética para crear, anunciar y denunciar”.

Esperar, creer y amar definen la identidad cristiana y laical que se construye en dos dimensiones: como discípulos y como ciudadanos del mundo, itinerario no exento de tensiones en su desarrollo histórico. Somos llamados a una misión: hacer realidad los valores del Evangelio, a reconocer al otro como hermano.

Discípulos y ciudadanos se complementan y enriquecen e invitan a “ser testigos del Evangelio en la vida cotidiana y a compartir la vocación universal a la santidad vivida en las gentes de nuestros barrios, trabajos…

Es necesario, insistió Laura, “desarrollar y profundizar qué significa para nosotros ser en Cristo, ser Iglesia y en la Iglesia, ser en el mundo. Nunca separados”. “Los grandes retos de nuestro mundo hacen que el papel del laicado sea fundamental y nos interpele”, “con la cabeza y el corazón en el momento presente” en palabras de Pedro Poveda.

Una extra-ordinaria singularidad

Por su parte, Elisa Estévez planteó que “la espiritualidad cristiana propone un crecimiento con sobriedad y una capacidad de gozar con lo poco. Nos permite detenernos a valorar lo pequeño, a agradecer las posibilidades que ofrece la vida sin apegarnos a lo que tenemos ni entristecernos por lo que no poseemos. Y, desde ahí, aumentar nuestras redes de solidaridad con otros.”

Una espiritualidad que cultiva esta mirada ecológica es una mirada contemplativa que está  llena de admiración y es agradecida ante toda la belleza de nuestro planeta; que aprecia y valora el don que es cada persona en sí misma y de los bienes que hemos recibido como regalo de Dios.

Laicos en una Iglesia sinodal

José Vidal hizo una llamada a ejercitarse en la sinodalidad, en la escucha mutua, en el discernimiento personal y comunitario, en el diálogo y la corresponsabilidad. Insistió en la necesidad de “escucharnos todos y cada uno en nuestras reuniones”. Solicitó: “Confía en ti y habla…” Y lanzó un ruego: “Yo os pediría a los laicos facilitar a la autoridad eclesial que evolucione hacia la mayor escucha y liderazgo compartido”.

Durante su participación se preguntó: “Si la sociedad pide una praxis nueva, ¿qué podríamos hacer los laicos ya?” Entre otras cosas, solicitó “laicos en las parroquias haciendo evolucionar a la gente”, despertando “vocaciones laicales para evangelizar desde las parroquias”.

 

Ecos del encuentro

Hemos tenido la oportunidad de vivir una experiencia de fe y esperanza con tres testimonios inspiradores. El papel de los laicos en la sociedad actual se vuelve más relevante. Nuestro compromiso y vocación deben hacerse presentes allá donde se desarrolla nuestra realidad.

Es imposible resumir todo lo transmitido por los panelistas, aun así, destacamos algunas ideas: “tengamos como referentes a los primeros cristianos”, “impliquémonos en la actividad parroquial y en otros ámbitos de nuestras comunidades de fe”. Nos ha traído a la memoria, estas palabras de Pedro Poveda: “con la cabeza y el corazón en el momento presente”. 

Noemí Lorente y Juancho Batlle, miembros ACIT, y Damián Nácher, profesor del Colegio El Armelar

Las intervenciones de Laura Moreno, Elisa Estévez y José Vidal fueron luminosas, cercanas, comprometidas, en línea con los nuevos tiempos de la Iglesia. 

La espiritualidad de la Institución Teresiana, como la propuesta por el papa Francisco, invita a pasar de un carisma auto referencial a uno redentor, acercándonos  y compartiendo lo mejor de los distintos movimientos que convivimos en la Iglesia. El mundo, la Iglesia, nos pide desprendernos, desapropiarnos, en discernimiento espiritual, de nuestras particularidades carismáticas y unirnos en la alegría del Resucitado. Así lo viví.

Identifiqué en las ponentes de la Institución dos pilares de nuestra vocación como discípulos misioneros: 1. El encuentro con Cristo Resucitado desde la oración personal, enriquecida y compartida en la oración comunitaria. 2. La comunión en la misión a la luz del Evangelio.

Rafael Rodríguez, laico consagrado marianista

La luz del salón era tenue, pero las panelistas iluminan con la sabiduría del Evangelio y con la singularidad de Poveda.

Vicenta Rodríguez, secretaria de EECC comunidad Valenciana

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