“Fue una maravillosa experiencia, un oasis en el desierto de la migración”, compartió Rashida al teminar las Jornadas Jóvenes por la Interculturalidad que tuvieron lugar en la primera quincena de julio.

Del 4 al 7 de julio se celebraron las Jornadas Jóvenes por la Interculturalidad. Es una actividad organizada por el Proyecto Rajab (Jaén) de la Asociación Educación y Cultura, la Casa de acogida Mambré (Córdoba) de AID (Asociación para la Igualdad y el Desarrollo Social – Córdoba) y por la Asociación AMISI. Todos estos proyectos están dedicados a la inclusión de personas migrantes y en riesgo de exclusión.

Un año más, Santa María de Trassierra reunió a jóvenes originarios de diferentes países: Argelia, Marruecos, Guinea Ecuatorial, Senegal, Gambia, Angola, Mali, Irak, Perú, Venezuela…  La casa Emaús acogió al grupo durante los 4 días en los que se dio la oportunidad de conocerse mejor e intercambiar confidencias, compartir vida y disfrutar de la naturaleza. Los participantes visitaron edificios de Córdoba que son muestra de interculturalidad. Del mismo modo, disfrutaron del patrimonio de Trassierra. Se encuentran ahí joyas como la fuente del Elefante de origen califal y la iglesia que alberga un brocal de pozo califal, un retablo del s. XVI y una talla románica del s. XIV en un edificio gótico mudéjar con vestigios románicos.

El programa incluyó paseos por el bosque mediterráneo, degustaciones de comidas de Marruecos, Sahara y España y se disfrutó de la observación de las estrellas.

Este encuentro no solo permitió a los jóvenes desconectar de sus preocupaciones cotidianas, sino que sobre todo les invitó a fortalecer los lazos de comunidad y solidaridad. Significó una oportunidad para reafirmar la importancia de estos espacios de convivencia en la promoción de una sociedad más inclusiva y diversa.

Un oasis en el desierto de la migración

Para animar a otros jóvenes a participar en experiencias de intercambio entre diferentes lugares y culturas han enviado testimonios y fotos que podrás visitar aquí. Como ellos mismos dicen: “el diálogo en la diversidad abre la mente y siempre enriquece”. Sus letras, sus caras, sus dibujos… lo dicen todo.

“Fue una maravillosa experiencia, un oasis en el desierto de la migración, un tiempo de respiro y una oportunidad de descargar preocupaciones y recargar las pilas”, compartió Rashida en la evaluación de la experiencia.

De manera sencilla, dan gracias “por las personas que hacen posible este encuentro con su trabajo, dinero, mediación y sabiduría”.

Comparten sus descubrimientos: “Hay personas que sacrifican su tiempo para ayudar a los demás y ayudarles a desarrollar sus objetivos”. “Me he dado cuenta de lo limitada que es nuestra realidad”. “La diversidad nos enriquece”. “Lo importante es vivir en armonía aunque ello suponga renunciar a cosas de uno mismo”.

Nombran sus sueños: “Pretendo tener una personalidad fuerte”. “Quiero establecer mi sueño, una empresa, y al mismo tiempo destinar una parte de sus ganancias a ayudar a las personas necesitadas”. “Sueño con un mundo en el que todos quepamos, en el que todos tengamos sitio. Sueño vivir dando y recibiendo amor. Sueño vivir sabiéndome amado”.

Y, sin duda, lo que ha hecho que estos momentos hayan sido inolvidables: “Estos días he conocido historias de vida que me han tocado el corazón”.