“Para nosotras el voluntariado va más allá de las tareas que se realizan, es una actitud, una forma de vida, una mirada solidaria al mundo. Supone un talante de acogida, de acompañamiento. Entrar en un proceso de cambio. Dejarse afectar”, expresan las educadoras del Centro Alfalar.
Mi experiencia en el voluntariado de Alfalar
Unas semanas antes de empezar la aventura, Almudena, coordinadora del Área de Pastoral y Proyección Social de la Red de Centros IT, se puso en contacto con las voluntarias. Después tuvimos una reunión virtual para tener una primera toma de contacto con Alfalar, resolver dudas, y ponernos cara las voluntarias y animadoras. Giulia, del Área de Programas y Gestión de Voluntariado Nacional e Internacional de InteRed, nos dio unas nociones sobre ‘voluntariado transformador’. A continuación realizamos varias dinámicas grupales en torno a este concepto para familiarizarnos con él antes de poner rumbo a Oviedo. El conocer la carga de contenido del término voluntariado a lo largo de los años 40 hasta el día de hoy, nos ayudó a actualizar la visión en la experiencia que íbamos a comenzar. Compartimos también nuestras propias vivencias anteriores de voluntariado. Todo ello estimuló nuestra motivación.
No quería crearme ningún tipo de expectativas sobre cómo sería este voluntariado. Sin embargo, en un momento de la reunión online escuché a Julia y Paula -mis compañeras voluntarias- que volvían a Alfalar a cumplir lo que le prometieron a los niños con los que habían estado hace un año. Ahí sentí que merecía la pena descubrir el porqué de esa promesa. Y así fue, en tan solo una semana, lo pude comprender.
Sabíamos que había dos grupos, el de infancia y el de adolescencia. Cada uno trataría una temática distinta: ‘Interculturalidad: un viaje por nuestros países’ y ‘Naturaleza, deporte y arte’, respectivamente. Al llegar, Geli, educadora del Área de Incorporación Social y responsable de voluntariado del centro, nos recibió con una sonrisa y los brazos abiertos. Tras una introducción sobre el barrio en el que nos encontrábamos (La Corredoria), nos propuso las dos opciones. Para su sorpresa, no nos costó tomar la decisión: Julia y Paula venían con un propósito claro y yo quería aceptar el reto que supone tratar con un grupo joven que está en ‘la edad más complicada’. Y la verdad es que así de bien fluyó toda la experiencia, entre nosotras y con ellos.
¿Qué es el proyecto Alfalar?
Alfalar es un centro socioeducativo que desarrolla su actividad en el barrio de La Corredoria (Oviedo) desde 1989 y forma parte de la Plataforma de Voluntariado de Asturias. Realiza su acción con personas y colectivos en situación de vulnerabilidad, riesgo o exclusión social. Su propósito es contribuir a reducir las desigualdades para alcanzar una sociedad más justa y equitativa, desde una educación con enfoque socioeducativo. Para ello, colabora con otras entidades de la zona desde la Plataforma Comunitaria de La Corredoria desde 2007.
Su intervención se desarrolla en torno a tres áreas: Infancia, Adolescencia y Familias; Incorporación Social; Voluntariado y Prácticas.
A lo largo de estos años, las personas que trabajan en Alfalar han visto cómo el barrio y su población han ido cambiando con ellos y ellas. A día de hoy, definen La Corredoria como “un barrio joven, multicultural y de contrastes”.
Además, tanto la ONG InteRed, que organiza este voluntariado, como el Centro Alfalar apuestan por el voluntariado como herramienta de participación ciudadana para la transformación social:
“Para nosotras el voluntariado va más allá de las tareas que se realizan, es una actitud, una forma de vida, una mirada solidaria al mundo. Supone un talante de acogida, de acompañamiento. Entrar en un proceso de cambio. Dejarse afectar.”
Educadoras del Centro Alfalar
Por ello, en el Centro se pueden desarrollar labores de voluntariado como: acompañamiento educativo a infancia y adolescencia, actividades de ocio, clases para personas migrantes y apoyo para trámites de gestión. De esta manera, fomentan los encuentros formativos y de buenas prácticas, así como la interculturalidad.
La clave del proyecto es el acompañamiento, tanto hacia los voluntarios en su formación, como con las personas que participan de las diferentes actividades que se llevaban a cabo en el Centro, en las distintas etapas de su vida.
Campamento de Adolescencia: Naturaleza, deporte y arte
A partir de ahí comenzaba nuestra experiencia por separado. Al entrar al aula, me quedé mirando cada cartel, cada estantería y cada rincón de la clase, analizando el lugar. Entre otras cosas, vi que en la pizarra estaba escrito el planning de la semana, que se presentaba llena de talleres y dinámicas. Era mi primera vez, pero no estaba sola. Natalia, la educadora que trabaja con el grupo de adolescentes del Centro, me acompañaría y guiaría en todo el recorrido. Dieron las 9:30 y empezaron a llegar todos. ¡Qué momento el de estar de pies delante de ellos sin saber qué esperan de mí o qué les puedo aportar! Aunque no tardé en darme cuenta de que ellos tampoco habían puesto expectativas sobre mí. Simplemente me recibieron de la manera más natural, como si mi presencia no les inquietara demasiado, algo que me tranquilizó de cara a afrontar la semana.
Lettering y Bailes latinos en el programa Doce-17
Después de presentarnos y hacer un juego para romper el hielo, Natalia y yo les acompañamos al CEIP Ventanielles donde asistirían al taller de Lettering y Bailes latinos de Doce-17, un programa del Ayuntamiento que ofrece actividades de ocio para jóvenes de 12 a 17 años. Durante el camino, pudimos conversar detenidamente sobre la labor del Centro durante el curso, las diferentes realidades de los jóvenes que participan en él y su historia como voluntaria y ahora educadora. Esto me ayudó a situarme en el contexto en el que me encontraba.
¿Qué me sorprendió gratamente del grupo? No veíamos muy motivados a los muchachos, pero igualmente, hicieron un esfuerzo y participaron. Después de los talleres parecían no estar especialmente contentos y pensé que algunos no volverían. La sorpresa fue ver que allí estaban todos al día siguiente con una energía renovada y una actitud dispuesta.
Natalia y yo les quisimos ayudar a comprender que es necesario hacer cosas que, en principio, no les gusta o se sale de su zona de confort para aprender cosas nuevas y tratar de descubrir nuevos intereses.
Manualidad de vinilo y jugar al flag en el parque
Como continuación de la temática del arte, en la primera parte de la jornada cada adolescente decoró creativamente la carcasa de un disco de vinilo con motivos de su artista, álbum o canción favoritos. Unos escogieron la abstracción, los recortes y la técnica del collage, mientras otros se decantaron más por la ‘literalidad’. Todos ellos reflejaron una parte de su mundo interior, dando rienda suelta a su imaginación.
Al salir del aula trabajamos el deporte gracias a tres miembros del equipo local senior de fútbol americano, Oviedo Phoenix. Nos enseñaron nociones básicas de flag (variante del fútbol americano) para más tarde jugar un partido.
Mi sorpresa fue que, pese al calor que hacía, todos hicieron un gran esfuerzo en participar. Era su forma de valorar el tiempo que nos estaban regalando desinteresadamente para enseñarnos un deporte nuevo para nosotros. Además, las dos deportistas del Oviedo Phoenix habían ganado muchos títulos como jugadoras, tanto en Asturias como a nivel nacional con la selección, llevando el deporte femenino español a lo más alto. Antes de irse, nos contaron un secreto… ¡competirán en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028! Les prometimos verlas por televisión y apoyarlas y ¡lo cumpliremos!
Este día diría que nos dimos cuenta de que “no somos del todo conscientes de la cantidad de grandes deportistas femeninas que tenemos en España”. Es necesario darles una visibilidad que corresponda con su talento, esfuerzo y méritos.
Visita guiada por Oviedo
Hizo un día muy soleado y tocaba pasear por la ciudad. Nos protegimos bien del sol y salimos rumbo al centro de Oviedo. Allí nos esperaba nuestra guía, Sabina, también voluntaria de Alfalar, quien nos contó un buen repertorio de curiosidades históricas sobre estatuas, plazas, calles y edificios ovetenses que, seguramente, ya poca gente conoce. Me resultó de lo más interesante redescubrir esos lugares por los que había paseado tantas veces, pero esta vez desde una perspectiva histórica.
Hubo cierta sorpresa para todos, ya que la mayoría de nosotros habíamos pasado frecuentemente por esos sitios sin saber su origen y su historia. Esto me hizo reflexionar sobre lo mucho que desconocemos de las cosas que nos rodean, incluso de las que tenemos más cerca, o del lugar al que pertenecemos, simplemente por no detenernos a hacernos preguntas.
Los chicos pudieron entender que, aunque haya cosas que para ellos no son especialmente atractivas, son importantes para “fomentar la curiosidad y generar conocimiento”. Al igual que con las personas, cada lugar esconde sus secretos, sus leyendas y su historia. Solo hay que abrir la mirada y estar abierto a aprender.
Taller de costura: creación de mochilas personalizadas
Vino Beatriz, una de las emprendedoras de ‘Kazabasuras‘, un proyecto de reutilización creativa de textil. Nos proporcionó la ayuda y el material necesario para confeccionar unas bolsas sostenibles con tela vaquera. Cuando alguno se atascaba durante el proceso, pedía ayuda al resto y los que iban más adelantados no dudaban en dejar lo suyo para apoyarles.
La sorpresa del día fue que, tras el contratiempo con la máquina de coser (que se estropeó repentinamente sin posibilidad de arreglo), no les importó esperar a otro día para terminar su bolsa. Tuvieron paciencia y no se frustraron ni se enfadaron por la situación. Siguieron trabajando hasta donde podían avanzar.
El aprendizaje que se llevaron de la jornada fue que “el trabajo en equipo saca lo mejor de cada uno” y no pasa nada por dejar algo para mañana si hoy no puedes con todo. Es mejor no hacer las cosas solos.
Salida al aire libre y actividad de aprendizaje sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
Era el último día y estaba previsto realizar una salida a un parque. Sin embargo, la lluvia tenía otros planes para nosotros. Readaptamos los planes a nuestra aula y disfrutamos la mañana juntos.
Al comenzar la mañana, ambos grupos -Infancia y Adolescencia- hicimos una actividad conjunta sobre los primeros cinco ODS, ya que el Centro tiene un compromiso con la Agenda 2030. En el caso de los pequeños, pintaron un mural donde representaron los ODS. Los mayores pensaron en propuestas e iniciativas que se podrían implementar en Oviedo para cumplir con esos mismos objetivos. Al terminar, nos reunimos y compartimos el trabajo a modo de un juego de acertijo.
Para cerrar la semana, sacamos los juegos de mesa que utilizan para repasar contenidos de los que han estudiado durante el curso (gamificación) y elaboramos pulseras de la amistad que luego intercambiamos. Por último, nos fundimos todos en un fuerte abrazo de despedida.
¿Y qué me sorprendió? Pues que nadie se quejó o se tomó mal el no poder salir al parque y todos colaboraron para hacer más divertida la mañana sin salir a la calle. La participación durante la dinámica de los ODS y en los juegos posteriores fue excepcionalmente buena. ¡¡¡La mejor!!!
Nuestro último aprendizaje fue que “es tan importante ser organizado y planificar las cosas, como saber adaptarse y buscar soluciones cuando sucede algo que te rompe los esquemas” en palabras de Natalia.
Campamento de Infancia: Interculturalidad: un viaje por nuestros países
Yo no participé en este grupo, aunque compartíamos el espacio y la misma ilusión. Julia y Paula, voluntarias, acompañaron a Isabel y Sara, educadoras, durante la segunda semana del campamento.
Durante el mes de julio se celebraron tres semanas de campamento. Las familias de los niños participantes, sobre todo sus madres, traían su país al Centro, de manera que todos pudieran ‘viajar’ a su país de origen: Cabo Verde, Ecuador, Guinea Ecuatorial, Marruecos, Paraguay, Senegal… De esta manera acercaron sus diferentes culturas, las vestimentas típicas, gastronomía y música tradicional.
Durante esta semana se ‘viajó’ a Marruecos y Senegal. Paula y Julia, voluntarias del grupo, nos cuentas así su experiencia:
Este es el segundo año que hago el voluntariado en el Proyecto Alfalar. Me gustaría empezar recalcando los nervios que tenía el primer día, ansiosa por saber si esos niños con los que volvería a coincidir se acordarían de mí. Vi muchas caras nuevas y otras que reconocía con facilidad. Pero esas caras nuevas que vi no tardaron en convertirse en familiares y la acogida que nos dieron fue inigualable.
Podría destacar muchos momentos con ellos que me han llegado a emocionar, pero sin duda su facilidad para compartir y su empatía son lo que más me ha marcado. Creo que, cuando tienes experiencias con niños, lo más bonito es lo que puedes aprender de ellos. Además, que te tengan aprecio y demuestren el cariño que te han cogido en pocos días es algo muy especial. Y por supuesto, los abrazos y regalos que recibimos de su parte el último día fueron una prueba de que, por lo menos, habíamos conseguido formar una pequeña parte de su corazón estos días.
Es algo que recomiendo a cualquiera que busque una experiencia distinta a lo que suele hacer en el día a día, ya que no solo las mañanas con los niños son increíbles, sino también las tardes con las acompañantes; son maravillosas. Tengo que decir que, en nuestro caso, hemos tenido una gran suerte al poder compartir experiencia con Paula y Ángela, que sin duda han hecho esta vivencia mejor de lo que ya era, con sus dinámicas y reflexiones.
Paula Goya
Una semana intensa, divertida y llena de nuevas experiencias. He tenido la oportunidad de volver a ir al Centro Alfafar y solo tengo palabras de agradecimiento, tanto por parte de los niños, que con tantas ganas nos esperaban, como por parte de nuestras acompañantes con quienes hemos compartido reflexiones, charlas y muchas risas.
Me llevo más que un recuerdo, una vivencia muy especial que siempre ocupará un espacio en mi corazón.
Julia Martín
¡¡¡Gracias!!!
Y no quiero terminar este artículo sin hablar de nuestras animadoras, Ángela y Paula. ¡Qué bendición pasar tiempo con ellas! Además de ejercer la empatía en todo momento hacia nosotras, pusieron a nuestro servicio su creatividad y nos prepararon unas dinámicas maravillosas para cada tarde. Consiguieron dar cohesión a cada jornada y, con ello, terminar de dar sentido a toda la vivencia. Crearon desde cero un espacio seguro donde las cinco sentimos la confianza de compartir desde el corazón. Surgieron reflexiones humanas de todo tipo, pero en todas las conversaciones hubo un factor común: el respeto. Espero que ellas también se llevasen a casa la sensación de que en esos ratos juntas les regalamos una parte muy valiosa de nosotras.
Gracias a Alfalar por su labor social y por ofrecernos esta oportunidad. A Geli, Isabel, Natalia y Sara por la amabilidad y confianza que nos mostraron. Y a todos esos pequeños y jóvenes por llenarnos el corazón y, por supuesto, transformarlo.
Por Adriana González, voluntaria
Fotos ofrecidas por el Centro Alfalar y voluntarias