La Institución Teresiana de Madrid se encontró en la tarde del 14 de junio para agradecer todo lo vivido durante el curso 23-24 y para celebrar el Centenario de la Aprobación Pontificia de la IT. La Eucaristía y la música de Folie Ensemble llenaron el ambiente de fiesta y gratitud. Carmen F. Aguinaco en su artículo nos acerca al sentido hondo y emotivo de este encuentro.
Acción de gracias por el curso que acaba
Como en años anteriores, la comisión local de la Institución convocó en Madrid su fiesta de fin de curso. La Eucaristía fue una celebración de acción de gracias por todo lo recibido durante el año y, en este año especial, por todo lo vivido a lo largo y ancho de la geografía teresiana, con las palabras que han desafiado durante estos meses: “Levántate”.
El P. José Luis Díaz, vicario de la Vicaría 2 de la Archidiócesis de Madrid y gran amigo de la Institución, presidió la misa en la capilla del Colegio Mayor Padre Poveda. En su homilía, José Luis enfatizó el mensaje del evangelio elegido: la misión de anunciar, tanto en la vida cotidiana como en ámbitos sociales y universales, sobre todo en la educación. Destacó la frase final, “estoy con vosotros”, con la seguridad de que el Señor siempre estará presente en su Obra. Animó a buscar tiempos de descanso y silencio en este verano, de escucha de la misión.
El coro IT de Madrid animó la celebración marcada por el agradecimiento. En el ofertorio se presentaron distintos símbolos de la vida de la IT en Madrid en este año; y después de la comunión, las palabras que más definen el proceso de las asociaciones durante el curso: ‘Gracias’, ‘Resiliencia’, ‘Perseverancia’, ‘Comunión’, ‘Paz’… Miembros de todas las asociaciones de la Institución, familiares y amigos, abarrotaban el espacio de la capilla extendido a la sala contigua.
Un programa muy apropiado para la IT
En un año centenario, no podía faltar en esta tarde un encuentro especial; en este caso, de la historia, actualidad, misión y vocación de la IT. Una celebración con música, no solo para el entretenimiento, sino también para la reflexión, la renovación y la afirmación de la identidad. Más de trescientas personas pasaron a la Sede de la IT en Madrid donde Folie Ensemble, agrupación creada por Ana Jenaro, ofreció un concierto de música de danza de todos los tiempos y lugares. Introdujo el acto María Ruiz, antigua profesora del Colegio Castroverde de Santander.
Fue una celebración de historia y de misión porque Ana, profesora de guitarra del Conservatorio Profesional de Música Victoria de los Ángeles, de Madrid, es antigua alumna del C. Castroverde y en el auditorio se encontraban varias de sus antiguas profesoras, como Marisa Ortego o Merche Ruiz. Ana creó Folie Ensemble en 2010 con la intención de ofrecer a jóvenes guitarristas una oportunidad de compartir sensaciones y valores. Es decir, como una continuación de la vocación de educación, de la misión recibida y ahora transmitida a sus alumnos.
Fue una celebración de misión porque los integrantes del grupo son, en su mayoría muy jóvenes. Está constituido por 20 guitarras, dos violines, una viola, un clarinete, una flauta, un violoncello y percusión, así como la voz de una solista. Como dice la propia Ana, “desde la pluralidad de edades, niveles de desarrollo académico y orientaciones profesionales, nuestra ilusión y pretensión no es otra que la de compartir un programa accesible y cercano a todos y transmitir el entusiasmo que nos ha traído hasta aquí, que da sentido a nuestro esfuerzo y nos mantiene juntos en esta hermosa aventura que es el estudio de la música clásica”.
Unas palabras a las que hace eco la audiencia. “Me gustó mucho el concierto,” dice Virginia Fernández Aguinaco, “porque me pareció muy apropiado para la Institución Teresiana: algo muy culto y a la vez muy accesible a todos los públicos. Algo que todos pueden disfrutar.”
Con una enorme simpatía, viveza, sentido del humor y delicada ironía, Ana fue introduciendo cada una de las piezas, que tuvieron un aire muy celebrativo, ya que todas, desde diferentes épocas y países, eran danzas de distintos estilos y ritmos. Como prueba de esta pluralidad de estilos y culturas dentro de un marco común, el programa se abrió con Suite americana, del contemporáneo alemán K.Schindler. Continuó con un minueto barroco de Haendel, y nos transportó luego a Hispanoamérica con un bolero cubano, un tango argentino y la conocidísima música de La Misión, del italiano-americano Morricone, en un escenario de misiones del siglo XVII en Paraguay…
En poco tiempo se diría que se podría recorrer el mundo en toda su diversidad y con tantos elementos comunes. Sin resultar excesivamente erudita o académica, Ana fue explicando los orígenes, tradiciones musicales, el enraizamiento en el clasicismo y la composición de las danzas. Podría parecer algo difícil interpretar al barroco Haendel o al muy contemporáneo Morricone únicamente con guitarras, cuerdas, un instrumento de percusión y solamente dos instrumentos de viento. Y, sin embargo, una extraordinaria armonización y orquestación, junto con la interpretación de tantos jóvenes, lo hicieron posible.
Dos momentos emotivos y significativos
Antes de comenzar la interpretación de El Oboe de Gabriel, de la película La misión, Ana Jenaro dedicó la pieza a la Institución Teresiana como “homenaje a lo que se celebra hoy, a lo que nos convoca y a lo que cada una y cada uno de nosotros considera como su misión y vocación”. Un jovencísimo clarinetista, Ángel Fernández-Dávila, fue el solista para esta pieza que resultó al mismo tiempo conocidísima y nueva.
Otro momento fue una danza escandinava, interpretada al violín por Sara Awada, titulada Las sonrientes hijas de la luz. Ana dedicó esta pieza a todas las mujeres de la IT que reflejan esta realidad, y en especial a una de sus profesoras, María Ruiz, quien, “con su perenne sonrisa, es modelo de hijas de la luz”. Alguien comentó a la salida que Ana debía haber sido una buena alumna, pues, con su continua sonrisa, parecía ella misma una “sonriente hija de la luz”.
Una ‘propina’ fue, también muy apropiadamente, dedicada a Carmina Tejerizo, la persona que lleva más tiempo viviendo en la Sede de la Institución en Madrid. Carmina solicitó la repetición del bolero cubano Lágrimas negras, con arreglo de F. Chaviano, una danza inspirada en el llanto de una mujer que ha perdido un amor, pero que, poco a poco, se abre a una vida nueva, a la esperanza y a la luz. Comentaba Ana en la presentación: “habla de la experiencia humana, de momentos de dolor, momentos de luz, alegría y esperanza, del paso del tiempo… ¡de todo lo que tenemos hoy aquí!”
Marisa Rodríguez Abacens, que acaba de terminar su tiempo de dirección en el Colegio Mayor Poveda, dio las gracias a los integrantes de la agrupación. Entregó a cada uno una copia del libro elaborado por las colegialas del Mayor donde se recoge el concurso de relatos sobre Pedro Poveda.
La celebración continuó con una copa, aperitivos y convivencia en el patio de entrada de la Sede. Fue también una oportunidad para acercarse y conversar con algunas de las familias de los músicos y otros invitados que se encontraban por primera vez con la Institución. Mirando también al futuro.
Por Carmen Fernández Aguinaco