En un ambiente festivo y con participación de un gran número de antiguas alumnas, familiares y amigos, Ávila celebró el Centenario de la Aprobación Pontificia de la Institución Teresiana (IT), el día 11 de mayo, con una eucaristía y una comida de encuentro con antiguas alumnas.
Eucaristía de Acción de Gracias en la parroquia de San Pedro Apóstol de Ávila
La Eucaristía fue presidida por D. Jesús Rico García, obispo de la Diócesis. Concelebraron diez sacerdotes amigos de la IT. El Coro Gregoriano de la Santa prestó solemnidad a la celebración con su interpretación de motetes tradicionales y de poemas de santa Teresa. Estuvo presente la Rectora de la Universidad Católica de Ávila y la teniente alcalde del Ayuntamiento, antigua alumna de la Institución.
D. Jesús en su homilía destacó las palabras del evangelio: “Vosotros sois la luz del mundo y la sal de la tierra”. Subrayó la necesidad del testimonio de la fe en la vida cotidiana y la relevancia de la educación y la cultura en esa transmisión. Enfatizó la figura de Pedro Poveda: “Él entendió, y sus seguidoras así lo siguen haciendo, que su misión era llevar el Evangelio al mundo de la educación y la cultura”. El obispo también valoró la presencia de los miembros de la IT en el campo educativo, tanto en la enseñanza pública como en la privada, a lo largo de toda su historia.
Encuentro de Antiguas Alumnas
Todos los años, alrededor de las fechas de ordenación y primera misa de Pedro Poveda, se celebra un encuentro de Antiguas Alumnas del Colegio Santa Teresa. Este año se hizo coincidir con la celebración del Centenario. Después de la Eucaristía, la fiesta continuó con una comida de amistad en la que estuvieron presentes 45 personas: miembros de la IT y antiguas alumnas.
Durante la sobremesa, se lanzaron dos preguntas a las antiguas alumnas invitándoles a expresar por escrito la huella que la Institución ha dejado en ellas. ¿Qué significa la IT para mí? Estas son algunas de sus palabras sentidas y profundas: “La IT es la fuente de la que sigo creciendo”, “el lugar donde encontré mi vocación”, “mi referente donde vivir y compartir la fe”. “Nunca olvidaré lo que la Institución ha sido para mí”.
Todas daban las gracias por unos años maravillosos de su vida, por poder formar parte de esta familia, por la fortuna de haber tenido esta formación. Agradecían, sobre todo, el vivir cristianamente en libertad. Algunas señalaron también el amor a María inculcado en el Colegio, que ha servido para ser mujeres ‘todoterreno’, según el ejemplo de Josefa Segovia.
Para muchas fue un momento importante de aprendizaje en valores que agradecen hoy: “Aprendí en el colegio responsabilidad. Sentí que se confiaba en mí”, “Aprendí el amor por los demás”, “La libertad y un modo de creer en Jesús más hondo y liberador. El gran sentido de mi vida”.
Nos enseñaron, dicen, “a vivir en libertad”, “a no tener miedo a la formación”, “a valorar y gustar la cultura”, “formación humana y religiosa”, “la responsabilidad en el trabajo”, “el amor a María”, “valores que me han servido para toda la vida”.
Alguna recuerda las palabras de Poveda “Mi creencia, mi fe no es vacilante, es firme e inquebrantable, por eso hablo…” y anota: “Estas palabras de san Pedro Poveda han dejado huella en mi vida. Con todo mi cariño y gratitud para él y para todas las que a lo largo de los años siguen haciendo presente esta Obra de Dios”. Sí, pasan los años, y alguna añade con humor: “La memoria la vamos perdiendo, pero los recuerdos de nuestros años de colegio, permanecen siempre vivos y llenos de alegría, y todo lo que aprendimos sigue ahí para siempre”.