Poveda miró la necesidad de la gente de las cuevas, “y ya no pudo mirar para otro lado”. Encarnación Pérez Rodríguez,  concejala de Cultura y Servicios Sociales, es antigua alumna del Colegio Padre Poveda de Guadix. Su testimonio nos ayuda a reflexionar sobre la fuerza transformadora de su misión. Los ecos del XX aniversario de la canonización de Pedro Poveda continúan llegando.

Veinte años han pasado desde que el Padre Poveda fuese canonizado. Y aunque mi infancia quedó atrás hace ya unas muchas canas, Pedro Poveda sigue siendo Padre Poveda. Padre, pues como un padre se comportó, como un padre cuidó de aquellos desarrapados que nadie respetaba ni nadie apreciaba. Rescató los valores que todo ser humano tiene por derecho: respeto y dignidad. Y acercó la educación a un colectivo que era señalado por su marginalidad. Murió joven, pero le dio tiempo a dejar un legado inmaterial y permanente. Un legado de amor al prójimo, de respeto a las personas sea cual sea su condición, circunstancia o etnia. La educación fue su herramienta, Dios su guía, la vulnerabilidad de las personas su motivación, dar dignidad a la marginalidad su meta.

La arcilla del barrio lamió sus sandalias; las lágrimas de vulnerabilidad desconsolada inundaron su espíritu de amor por los desamparados; las manos tendidas pidiendo alimento, el revulsivo que revolucionó su vida. Una vez que su alma se empapó de las necesidades de una gente sedienta de sosiego, necesidades básicas pero, sobre todo, de atención y ternura, ya no pudo mirar para otro lado. Las cuevas, sus gentes, fueron su prioridad, su patria, su encuentro con Dios.

Hoy la Institución Teresiana sigue con su legado. Como el primer día. Compromiso con los que necesitan apoyo. Día a día ahí están, ya son parte de este paraíso arcilloso gracias a sus desvelos educativos. Muchas y muchos nos sentimos amparados en su paraguas educativo que nos dio acceso a estudios superiores. Siempre al pie del cañón, las maestras teresianas han sido y son un ejemplo de implicación y arraigo con la gente de las cuevas.

El legado de amor al prójimo, de respeto a la dignidad humana que el padre Poveda les entregó, hoy sigue vigente. Son parte de nuestra comunidad. Son hijas e hijos de esa arcilla que modeló el carácter cuevero haciendo de su gente un ejemplo de superación, de esfuerzo, de avanzar a pesar de las dificultades con tesón, con ese espíritu aprendido de respetar siempre a los demás. Tan arraigado queda, que no se olvida por nunca jamás.

La realidad ha cambiado. Hoy las cuevas son motor de desarrollo económico en Guadix. ¡Qué curioso! Un barrio reconocido desde antaño como hogar de marginalidad, hoy hacen que Guadix genere riqueza turística. Muchos de aquellas y aquellos que estuvimos en el colegio seguimos formándonos, seguimos creciendo profesionalmente pero, sobre todo, seguimos creciendo como seres humanos comprometidos en hacer de este mundo un lugar más justo y solidario manteniendo el orgullo de pertenencia a ese barrio que conformó nuestro ser. Cuevas, Padre Poveda y Teresianas siempre permanecerán unidas en la historia de un entorno arcilloso que les debe recuperar el respeto, la dignidad y el acceso a la educación.

Por Encarnación Pérez Rodríguez, Concejala de Cultura y Servicios Sociales

Guadix, 5 de mayo de 2023