Hoy quizá no usaríamos la palabra celo, sino ‘pasión’. La pasión es el entusiasmo necesario para emprender la tarea de anunciar, proclamar, construir el Reino.  Hace ya cien años, Pedro Poveda escribía sobre ese fuego, ese celo. Y su reflexión es de tanta actualidad hoy como hace cien años. En estas cartas se anima a los seguidores de la Obra de Poveda a poner los cimientos en la oración, el testimonio y la acción concreta.

En verdad, ni la ciencia, ni las letras, ni las artes, ni el mundo entero merecen el más pequeño de los sacrificios que os imponéis […] y en cambio, esas heroicidades que se ejecutan y otras mayores, las merece una persona y se ponen gustosamente en práctica por ellas. Y siendo la Institución una Obra de celo, y vida de celo la de sus miembros, tenéis circunscrito vuestro campo de acción…

Convendría que ahora, en el santo tiempo de Adviento, muy apropiado para estas consideraciones, os recogierais […] y aislada y colectivamente […] indagarais las causas de la falta de celo—si la hubiera—y rectificarais vuestra conducta.

Quizá algunas ligeras consideraciones os pongan de manifiesto lo que deseáis conocer […] ¿Oráis cuanto debéis […]?

Pero no creáis que la oración que se os pide es una oración fría y rutinaria, sino asidua y fervorosa. Hay que pedir, suplicar, gemir, llorar […] para obtener la gracia […] Yo os suplico por amor de Dios que […] aumentéis vuestro celo, redobléis vuestra oración.

Acostumbradlas [a vuestras alumnas] a que acudan a vosotras y que pidan vuestras oraciones en sus necesidades y entonces se os presentará ocasión para hacerles mucho bien, para orar con ellas, para ganarlas y llevarlas a Dios.

Pedro Poveda, Creí, por eso hablé, n. 183. Fragmentos de la carta escrita el 28 de noviembre de 1922.

Por Información IT España