¿Quién se acuerda de ellos? Se preguntaría Pedro Poveda mirando a las cuevas de Guadix… Y entró en acción. La solidaridad consiste en hacerse esa misma pregunta y entrar en acción.

Poveda había dicho que el ideal de perfección de las personas de la Institución Teresiana no era otro que el ideal de perfección cristiana. Y la perfección cristiana empieza por el primer capítulo del Génesis: a su imagen y semejanza los creó; varón y hembra los creó…. Es decir, por el principio fundamental de la salvaguarda de la dignidad humana.

Mi primera educación ocurrió en el Grupo Escolar Padre Poveda, de Madrid. En aquellos años no se hablaba tanto de solidaridad. Pero el recuerdo y el sentido de la dignidad se respiraban en todo lo que se hacía. El Grupo, un colegio público encomendado a la Institución Teresiana, estaba en un barrio de trabajadores sencillos. Pero eso no eximía a nadie de extender a otros la misma ‘solidaridad’ que se recibía allí.

La palabra solidaridad, un valor vivido y practicado en la Institución desde el ‘recuerdo’ de Poveda, se ha puesto ahora de moda. Según el diccionario, la solidaridad es la “adhesión o apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles.” Pero nada nos es ajeno, ¿verdad? Nadie es ‘el otro’, sino más bien el ‘otro yo’. La solidaridad cristiana, o la solidaridad en la Institución Teresiana, va mucho más allá de esa adhesión a lo ‘ajeno’. Porque no es ajeno. Es un ‘nosotros’.

La página web de la Institución Teresiana en España, en el Área de Acción Social, enumera hasta dieciséis proyectos, inspirados por ese principio de defensa de la dignidad, de trabajo por la igualdad, de solidaridad. Se encuentran ahí iniciativas a favor de los inmigrantes, de las mujeres, de las áreas rurales, de personas de otras culturas…  ¿Quién se acuerda de todas las personas que se encuentran en áreas menos privilegiadas, de discriminación, pobreza o exclusión? ¿Quién entra en acción? Saltan a la vista, evidentemente, todos esos proyectos, y salta inmediatamente InteRed, la ONG de la Institución Teresiana.

Son algo más que proyectos y planes en un papel; representan el reflejo de esa convicción de que el otro no es ajeno, sino el ‘otro yo’. Es el recuerdo, que no es solamente un ejercicio intelectual sino el ‘re-cordar’, es decir ‘traer de nuevo al corazón’.

Por tanto, lógicamente, las preguntas de la solidaridad y del recuerdo se hacen desde todos los ámbitos de la Institución. Son preguntas inspiradoras y motores de acción: en la educación, en el trabajo con los jóvenes, en los centros educativos, en las familias y en las empresas. Y también, en una medida muy notable, en la atención que dedica a sus propios mayores. Nadie nos es ajeno. La solidaridad, como la esperanza, tiene pies. El recuerdo entra en acción, a favor del ‘otro yo’.

Por Carmen Fernández Aguinaco