Sí, aprender un modo de ser y hacer al estilo de Poveda es lo que ha significado para Paula Moreno la experiencia que vivieron alumnas de la Institución Teresiana como voluntarias en San Cristóbal de los Ángeles. Paula, monitora del campamento, relata lo vivido en esos días intensos.

Durante los días 10 al 16 de julio de 2022 tuvo lugar en San Cristóbal de los Ángeles (Madrid) una de las experiencias de voluntariado promovidas por la Institución Teresiana (IT)[1] para jóvenes. Participaron seis alumnas: dos del del colegio Bética-Mudarra (Córdoba) y cuatro del colegio El Armelar (Valencia). El voluntariado en el campamento urbano de verano fue organizado por el Proyecto San Cristóbal de la Asociación Educación Cultura y Solidaridad (ECyS), Red de Centros Educativos Institución Teresiana e InteRed (ONGD de la IT).

Antes de comenzar la experiencia en cada lugar, todas las personas que participaban en los diferentes voluntariados tuvieron una formación ‘online’ teórica y práctica, organizada por InteRed. Esta permitió no solo reflexionar y compartir sobre lo que significaba ser voluntaria, sino también conocer los proyectos y las realidades con las que se iba a estar en contacto, así como a las personas con las que se iba a compartir la vida durante una semana.

San Cristóbal de los Ángeles es un barrio del distrito de Villaverde, al sur de Madrid. Cuando se construyó, a finales de los años 50, algunas personas de la IT desarrollaron su labor educativa en los colegios e institutos del barrio. Hoy en día, esa labor educativa y social continúa a través de la Asociación de Educación Cultura y Solidaridad.

Durante la estancia, las voluntarias se alojaron en dos casas donde viven personas de la Institución que cedieron generosamente para que pudieran tener una experiencia de inmersión donde experimentar y apreciar el fuerte sentimiento de barrio y comunidad que se percibe y que viven los vecinos de San Cristóbal.

A la llegada al barrio, el domingo, se compartieron diferentes momentos y espacios en los que pudieron conocerse como grupo e individualmente. Asimismo, tuvieron la ocasión de visitar el Centro de la Asociación ECyS y conocer las instalaciones donde al día siguiente comenzaría la actividad.

Mañanas de trabajo…

Durante las mañanas, tras el desayuno y antes de ir al Centro, se dedicaban unos minutos a los ‘Buenos días’, un espacio que les permitía tomar conciencia del día que tenían por delante bajo alguna clave específica. Desde las 10 hasta las 14 h. colaboraban y apoyaban a las monitoras del campamento urbano. Cada día se hacía algo diferente: excursiones a parques infantiles y boleras; una actividad de intercampamentos que unió a todos los campamentos de verano del barrio en una enorme yincana; decoración y pintura de las paredes del Centro de la Asociación ECyS, para darle más vida y hacerlo más de los jóvenes que forman parte del Centro.

Las mañanas daban paso a la comida -previamente preparada entre todas y compartida en una de las casas donde se alojaban o en la Asociación ECyS- y a un breve pero merecido descanso que permitía reponer fuerzas.

Tardes de reflexión y encuentro…

Durante las tardes, se llevaba a cabo un proceso de reflexión, análisis y seguimiento de la experiencia, a través de diferentes dinámicas: testimonios, espacios personales para escribir en el diario cómo iba surgiendo, cuestionando, atravesando la experiencia en cada una… y momentos de compartir en grupo.

Fue importante tomar conciencia de los previos que cada una traía sobre San Cristóbal y se dedicó tiempo a conocer más de cerca la realidad local. Para ello, acompañadas por Tusta Aguilar, visitaron el centro vecinal Cinesa donde pudieron conversar y compartir con personas que llevan a cabo una profunda y constructiva transformación del barrio a través de diferentes asociaciones y proyectos.

Para seguir en la línea de conocer y bucear más en la realidad, escucharon testimonios e historias de vida de personas del barrio, entre ellas la de Jeimy, una joven de República Dominicana que vive y participa en San Cristobal desde su infancia. Gracias a su testimonio y tras ver el vídeo de La historia única, fueron conscientes de cómo muchas veces una sola narrativa puede condicionar nuestra forma de ver y entender determinadas realidades; de la importancia radical de no quedarse con lo primero y único que llega de muchas realidades, situaciones o personas que sufren un proceso de injusticia y marginación.

Un modo de ser y hacer

Ante todo lo vivido, era importante poder ofrecer unas claves de mirada concretas y un modo de ser y de hacer al estilo de Poveda. Para ello se viajó hasta los Negrales. Era la primera vez que las voluntarias visitarían el Centro Santa María de Los Negrales y estaban realmente expectantes. Una vez allí, se preparó una yincana para que pudieran conocer y descubrir, acompañadas por frases de Pedro Poveda, algunos de los espacios más especiales de la casa. Pudieron disfrutar de un tiempo personal con Poveda en la cripta donde terminaron cantando algunas de las célebres canciones de la IT. Con esta experiencia en la mochila, la última tarde la dedicaron a hacer una recogida y evaluación de la experiencia.

Sin ninguna duda, San Cristóbal de los Ángeles y su gente ha dejado una huella y un fuerte deseo de conectar con cada una de sus realidades locales para poder construir comunidad y llevar a cabo procesos de cambio y transformación social.

Por Paula Moreno, monitora del campamento de San Cristobal

[1] Durante el mes de julio la Institución Teresiana ofertó diferentes experiencias de voluntariado en Guadix, San Cristóbal, Jaén y Oviedo.