Loreto Ballester ofrece hoy su visión sobre Victoria Díez… Una vida realizada desde la insignificancia del día a día, pero Victoria sabía bien que la puntada del instante, construye el bordado final.

Casi al terminar el día, un poco agitado, la persona de Victoria me ha cuestionado.  Cheles y Hornachuelos, lugares no relevantes; la escuela, una pequeña escuela; algunas niñas con necesidades muy básicas a las que Victoria y su madre apoyan en la cercanía humana; las familias; la parroquia sencilla de un lugar pequeño, la cercanía a un Sagrario donde un Dios se presenta tan, tan pequeño… ¡Todo pequeño! ¡Nada que pudiera calificarse de noticiable!

Y en este ambiente de lo pequeño, de lo que no parece significativo, acontece algo muy grande: Victoria Diez ha apostado por amar y cuidar la vida y por dejarse amar y conducir por Aquel en quien encuentra la Vida.

Por eso dirá: “Él sabe bien que con risa o con llanto le llevo siempre dentro del corazón y en primera fila”.

¡Qué lección! ¡Tiene sabor de inmensidad y cuestiona!

Por Loreto Ballester

Fotos de Archivo Institución Teresiana. Tejido bordado por Victoria.