El diálogo entre las religiones sigue siendo un reto. Alrededor de 70 personas se han conectado de forma virtual para “descubrir y conocer los fundamentos en la historia y las raíces del ecumenismo”, objetivo de este primer encuentro convocado por el grupo ECUDIR: Caminar juntos hacia la unidad.

La exposición del Dr. Antonio Matabosch Soler ha sido calificada por los presentes de “ayudadora” y “muy motivadora”; “una exposición clara y sugerente que nos coloca en buen punto para el diálogo”, comparte Lorenza Lozano.

A partir de la afirmación “la iglesia es una”, Matabosch comentó 10 elementos comunes a todos los cristianos: la estrecha relación con el judaísmo, el monoteísmo, la encarnación, la trinidad, los tiempos fuertes de Navidad y Pascua, la propia manera de entender la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios, la Palabra de Dios en la Biblia, la comunidad, la universalidad y la ética conforme al evangelio que implica una acción social transformadora.

Describió los principales momentos históricos en que se produjeron las divisiones cristianas. La primera, en los siglos V-VI en torno a la reflexión sobre la pregunta ¿quién es Jesús? La segunda, en el siglo XI: hechos históricos y culturales transformaron la realidad de oriente y occidente, el desconocimiento mutuo cultural provocó el no entendimiento y se rompió la comunión. En el siglo XVI ocurrió la división en occidente con la Reforma Protestante de Lutero que se pregunta ¿cómo encontrar a Dios ‘misericordioso’?

En el siglo XX, los misioneros toman conciencia de que “la desunión es un impedimento para la evangelización” y empiezan un camino en 1910, en Edimburgo, que desembocará en la creación del Consejo Mundial de Iglesias en 1948, Ansterdam, como lugar de diálogo, sin autoridad y actúa buscando ahora el ‘consenso’, sin duda un camino más largo, pero más certero.

¿Cuál fue la posición de la Iglesia Católica frente a este Consejo? Antonio, contestando esta pregunta, apuntó siete aportaciones del Consejo Mundial de Iglesias a la Iglesia Católica, que más tarde acogería el Vaticano II. “Después de siglos de separación e ignorancia, de tensiones y luchas” es necesario el “reconocimiento mutuo”; se toma conciencia de que “no hay verdadera fe ni unidad sin compromiso social, sin servicio a la sociedad”; se siente la necesidad de buscar, desde la igualdad, la unidad en lo esencial de la fe, porque unidad no es uniformidad. La finalidad de esta búsqueda conjunta es “una iglesia unida en el futuro, pero sin conocer qué características tendrá esa iglesia”. “Partimos de una unidad rota”, señaló Antonio para terminar su exposición, “y debemos caminar juntos hacia la nueva unidad”.

 

Hacia otros encuentros de formación y reflexión

El Equipo organizador sigue preparando nuevos encuentros para dar a conocer la encíclica de Juan Pablo II, Para que todos sean uno, 1095 y reflexionar sobre qué implicaciones y compromisos nos sugieren para el siglo XXI. Otro tema en puertas: ¿Cómo vivir hoy en una sociedad interreligiosa?

Por el Equipo ECUDIR