La novela de no ficción ‘El Reino’ (2015), que nos propone David Balfagón Sanmartín, nos acerca a los orígenes del cristianismo en clave personal: fe, historia, literatura que no dejaran indiferente a los que se acerquen a ella. El escritor francés Emmanuel Carrère es Premio Princesa de Asturias de las Letras 2021.

Hay un libro de Carrère que es una especie de relato periodístico al estilo de Capote en A Sangre Fría. Se llama El Adversario y cuenta la historia de un terrible crimen protagonizado por un gran farsante. Como en Limónov, otra insigne obra del escritor francés, se afirma que todo lo relatado es cierto, que su protagonista no es ficticio, que existe y que él lo conoce.

El Reino, el libro objeto de esta reseña, también podría haber empezado así: Jesús existe y quien escribe lo conoce. O, al menos, lo conoció.

Emmanuel Carrère, agnóstico declarado, empieza preguntándose en qué creen exactamente los cristianos de hoy. Pronto encuentra que, para obtener respuesta, bastaría con recurrir a su propia experiencia, cuando fue tocado por la gracia. Los tres años que vivió con intensa devoción sirven de pretexto para una indagación posterior acerca de la vida de los primeros cristianos.

Así, a través de los Hechos y de las Epístolas, especula sobre el carácter de San Pablo, su relación con el Imperio Romano, con el judaísmo y con las primeras comunidades. También rememora sus antiguos comentarios al Evangelio de San Juan y su traducción al francés del Evangelio de San Mateo.

Pero, sin duda, es San Lucas quien recibe mayor atención. Un modesto y piadoso testigo que, en algún momento, como todo escritor, como Carrère, sintió un impulso irrefrenable que le llevó a dejar constancia de aquello que estaba viviendo. Por supuesto, Jesús siempre está presente, pero uno puede pensar que hay un esfuerzo por preservar su figura, por mantenerla al margen de las especulaciones.

Sin negarle valor a la propuesta histórico-exegética del autor, creo que el interés de la obra se halla en su dimensión literaria; en la construcción de un sólido relato que se sitúa en los límites de una nueva literatura. Carrère tiene el talento y la experiencia para describir el signo de este tiempo, que es el signo de todos los tiempos. Está en disposición de situarse a la altura de los mejores artistas y literatos, de aquellos que trascienden su época y se convierten en clásicos. Por ello, recomiendo la lectura de El Reino.

Por David Balfagón Sanmartín

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