Sí, es tiempo de construir comunidad y, para recrear un nuevo modo de estar en la sociedad que nos toca vivir, Pedro Poveda nos propone el estilo de aquellos primeros cristianos que fueron admirados, y a la vez perseguidos, por su forma de relacionarse. En tiempo de Pascua de Resurrección, traemos a reflexión unos fragmentos de la Carta del Año.[1]

Creer es actuar y comprometerse al estilo de las primeras comunidades cristianas, tan queridas para Pedro Poveda.

La espiritualidad de las primeras comunidades traída al hoy, es una espiritualidad de relación, de comunión, de amistad con Jesús, que invita a tender puentes, a suavizar relaciones, a abrir puertas, a buscar el diálogo, a dejar las maneras tradicionales de ver las cosas para acoger otros modos, otras costumbres, y sentirnos enviados a la periferia allí donde el Espíritu nos lleve; es priorizar una espiritualidad del cuidado y de la esperanza.

(…) Es tiempo de favorecer comunidades que se cuidan mutuamente, que no confundan la felicidad con el éxito, que apuesten por la ternura, el gesto gratuito, el sentido de la misericordia y del perdón, el abrazo que da seguridad.

Comunidades que experimentan un nuevo estilo de compartir, fruto de la gratuidad, del reconocimiento de las capacidades de todas las personas, de la cercanía y la atención al diferente, de la inclusión del forastero.

Comunidades que celebran la vida y la protegen, comunidades que se hacen presentes ante el que necesita apoyo, ayuda, sin importarles si es parte o no del propio círculo de pertenencia, o del lugar donde haya nacido o donde habite.

Comunidades en las que se abren espacios para le relectura de la vida y la oración, como diálogo de amistad con quien sabemos nos ama,[2] comunidades que anuncian y proponen un estilo de ser creyentes como el que expresa el papa Francisco en la Fratelli tutti:

“La fe, con el humanismo que encierra, debe mantener vivo un sentido crítico… Es importante que la catequesis y la predicación incluyan de modo más directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos.”

Fratelli tutti, nº 86.

Por Información IT España

Imagen de Bob Dmyt en Pixabay


[1] Maite Uribe, Si conocieras el don de Dios…, pp. 13-15.

[2] Cf. Teresa de Jesús, Vida, 8,5.