Joaquín Vergés, nos ofrece para la lectura el ensayo de Fernando Reinares: ‘11-M. La venganza de Al-Qaeda‘, (2021) fruto de la exhaustiva investigación que inició en el año 2008. Quiere aportar luz y objetividad a un hecho atroz con un gran impacto en las personas y en la sociedad. 

Con perspectiva, se hace necesaria una cierta reflexión en torno a sucesos que se produjeron y, sin duda, dejaron cierta huella en nuestra sociedad, en referencia al dolor y desconcierto vividos la jornada del 11 de marzo de 2004.

Fernando Reinares, catedrático de ciencia política e investigador del Real Instituto Elcano, inicia en el año 2008 un extenso trabajo de investigación que ha dado lugar a tres ensayos sobre los hechos, todos ellos con la finalidad de aportar claridad a un atentado terrorista que, por motivo del impacto social, se inscribe entre los aconteceres de nuestra historia colectiva reciente.

Tras la lectura del último de ellos, profusamente documentado y sostenido por el análisis de todos los estudios concluidos de carácter judicial, policial, histórico y sociológico, se llega a una serie de evidencias y conclusiones, no del todo reconocidas, sobre unos hechos que produjeron, según avanza el autor en el prólogo: “un balance de 192 personas fallecidas y más de 1.840 heridos y un valor en daños materiales que supera los 17,6 millones de euros y un coste inmediato de 211,6 millones”. Cada uno de esos datos, en la individualidad de cada víctima y en sí mismos, es ya un desastre absoluto.

A este daño, hay que añadir el impacto emocional de toda una sociedad, lo que hace más necesario el haz de luz que aporta la indagación paciente y rigurosa de Reinares. Desentrañar la confusa madeja de motivación real, así como el cuándo, dónde y cómo se gestó la atrocidad, permite poner en riguroso contexto histórico objetivo y científico lo que en aquellos momentos se vivió desde la emotividad, en muchos casos sostenida en el tiempo.

Desentrañar la madeja de odios, resentimientos y manipulaciones de los que perpetraron la barbarie, así como objetivar con autocrítica los mecanismos que realmente fallaron para detectar a tiempo las intencionalidades de esos seres oscuros, es indispensable en la perspectiva histórica así como preventivamente. Y se hace necesario en momentos en los que la información demasiado veloz y, por tanto, poco contrastada, permite elaborar precipitadas conclusiones que pueden ser utilizadas por ideologías más o menos populistas, pero -podemos pensar- poco interesadas en la reflexión y bienestar social de las sociedades y colectividades.

Lo que hoy se denomina, con frecuencia, construcción de un relato no puede ni debe hacerse con menoscabo a la realidad intrínseca y objetiva del mismo pues, de otra forma, se vulnera el derecho a la verdad.

Por: Joaquín Vergés Cabanzón

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