Ambientada en el fenómeno quinqui, Las leyes de la frontera es una novela que nos retrotrae a los años 70 del siglo XX. Además de interesante, el estreno de la adaptación cinematográfica, prevista para el próximo 8 de octubre, la pondrá de actualidad. Joaquín Vergés nos invita a su lectura señalando temáticas que, como bien dice, se readaptan al momento actual.
Próximamente se estrena en cine la adaptación de Miguel Monzón de la novela de Javier Cercas Las leyes de la frontera (2012). Es un buen momento para recuperar el texto de Cercas en el que autor recrea un espacio: el inicio de la transición; y un ambiente: el devenir social de muchas personas que migraron de campo a ciudad y, por tanto, los extrarradios de los grandes centros urbanos. En cierto modo el autor nos sitúa en el ámbito lumpen de aquello que se ha dado en llamar “el quinqui”, revestido en la trama de una compleja relación sentimental.
Es bueno recuperar este espacio de la memoria de la mano de Cercas que trabaja excelentemente la perspectiva y focalización interna de los personajes rememorando las circunstancias de ‘el Zarco’, delincuente habitual convertido en una suerte de mito social y cultural, como sí ocurrió en realidad con ‘el Vaquilla’, ‘el Torete’ o ‘el Lute’, entre otros.
En cualquier caso, la novela de Cercas, pronto interpretada por el celuloide, se inscribe, además de excelente acontecimiento literario, en la senda de la literatura social que tiene como exponente, por ejemplo, al más conocido como cineasta que como escritor José Antonio de la Loma, autor del relato social y de denuncia Sin la sonrisa de Dios (1951), también adaptada al celuloide, y que posteriormente llevó a la gran pantalla conatos de vida de ‘el Vaquilla’ o ‘el Torete’. Esta referencia a de la Loma interesa en relación con la ficción recreada por Cercas, ya que parte de la mitificación del personaje literario ‘el Zarco’ remite a la situación y contexto de aquellos conocidos como ‘quinquis’ que sí fueron realidad y cuyo testimonio cinematográfico recogió De la Loma.
Es, por tanto, la recreación de un contexto cuya realidad, lejos de desaparecer, se readapta a nuestra contemporaneidad como revela, por ejemplo, la novela de Mathias Enard en La calle de los ladrones (2013), recientemente adaptada al teatro como Calle Robadors. Las tres narrativas mencionadas (y adaptadas) muestran cómo la ciudad puede ser un espacio de seducción y a la vez de frontera, con capacidad de fagocitar la miseria, mitologizando y aun banalizando ésta.
El relato de Cercas se inscribe significativamente en el ámbito de la literatura social y realista, a la vez que forma parte del patrimonio de la memoria colectiva. Es, además, un relato sugerente en el marco de la formulación pedagógica y de la intervención social.
Por Joaquín Vergés Cabanzón
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