Un caballero en Moscú es la ficción literaria que nos propone Pilar Sánchez Pellicer. Con ella, su autor Amor Towles (1964), escritor estadounidense, fue finalista en el año 2016 del Premio Kirkus.
La novela cuenta la historia del conde Aleksandr Rostov, condenado por los bolcheviques a vivir en arresto domiciliario para el resto de su vida en el hotel Metropol de Moscú -manera corriente de conmutar la pena de muerte a la aristocracia.
Escrita de forma clásica, lineal, asistimos a través de la fina ironía del protagonista al devenir de la URSS entre los años 1922-1955. Nos atrae la personalidad del conde. Educado con esa moral que posibilita elevar el espíritu de cualquier individuo, se nos muestra capaz de encajar su desgracia y ganar en sensibilidad humana al compartir su trabajo de camarero en el mismo hotel.
Con un estilo cuidado y elegante, el autor nos presenta un personaje en su trayectoria de búsqueda de cierta felicidad tramada con las buenas maneras.
“Es curioso –reflexionó antes de abandonar su suite-. Desde una edad muy temprana hemos de aprender a despedirnos de amigos y familiares. Les decimos adiós a nuestros padres y a nuestros hermanos en la estación; visitamos a nuestros primos, vamos a colegios, ingresamos en un regimiento; nos casamos o viajamos al extranjero. Tomar a un ser querido por los hombros y desearle buena suerte mientras nos consolamos pensando que no tardaremos en tener noticias suyas es algo que hacemos constantemente y que forma parte de la experiencia humana.
“Sin embargo, no es muy probable que la experiencia nos enseñe a despedirnos de nuestros objetos más preciados. ¿Y si lo hiciera? No agradeceríamos la lección. Porque muchas veces acabamos por tomarles más cariño a nuestras posesiones favoritas que a nuestros amigos. […]
“Y, sin embargo, es evidente que un objeto no es más que un objeto.
“Así que, tras guardarse las tijeras de su hermana en el bolsillo, el conde contempló una vez más aquellas últimas reliquias y las desterró para siempre de su nostalgia.”
Un caballero en Moscú, pág. 25
Por Pilar Sánchez Pellicer
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