“Estáse ardiendo el mundo… y no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia”[1], decía Santa Teresa. Manuela Aguilera hoy nos recuerda que no es tiempo de mirar hacia otro lado, sino de hacer lo que se pueda, de dar o reflejar luz.

“Recuerdo unas palabras del escritor estadounidense Saúl Alinsky, que insistía en decir que lo importante ante lo que vemos en nuestras sociedades es comprometernos en su transformación “haciendo lo que se pueda con lo que se tenga”.

“Y recuerdo también las palabras de la escritora estadounidense Edith Wharton (1862-1937): “Hay dos maneras de difundir la luz… ser la lámpara que la emite, o el espejo que la refleja”.

“El mundo está en nuestras manos. La pregunta inicial es ¿qué hago yo? ¿Qué hago por la paz, por la solidaridad, por la sostenibilidad del planeta, por el desarrollo de todos los pueblos, por la igualdad, incluso por mi propia vida y por todos esos ideales y sueños que contiene?

“Sabemos que lo que vende hoy es di-ver-tir-se, en el más estricto sentido etimológico del término, que significa: mirar hacia otro lado. Pero no podemos mirar hacia otro lado ni dejarnos astutamente sugestionar por el mito actual de la ausencia de alternativas, sino dejarnos transformar por la mirada de los expulsados del sistema, de los empobrecidos, de los invisibles, de los que ni siquiera forman parte de la Historia y saber mantener una dosis suficiente de indignación ante el infinito dolor de nuestro entorno, para alimentar permanentemente nuestra rebeldía ante ese “no hay salida”, que nos devuelve el espejo de una sociedad injusta, resignada y mediocre.”

Manuela Aguilera, De la sociedad de riesgo a la sociedad de la indiferencia, en La sociedad fragilizada, p. 93.


[1] Santa Teresa de Jesús, Camino de perfección, 1,5.