Celebramos Pentecostés, la fiesta del Espíritu, recordando un texto de la Carta del Año ‘La sabiduría de la bondad‘, de Maite Uribe.

Lo que Pedro Poveda quería ofrecer como estilo de vida, a través de sus colaboradores era, y lo es también hoy para nosotros, una manera de ser amable, bondadosa, y al mismo tiempo recia, marcada por la naturalidad, la ecuanimidad, la laboriosidad bien entendida, y con una fisonomía clara y definida: llevando a Dios dentro de sí, para pensar, sentir, querer, hablar, obrar y dejar de obrar, según sus inspiraciones.[1]

“Es cierto que tal modo de ser no llama la atención; que nuestra blandura se tomará en ocasiones por debilidad, temor, deseo de agradar y hasta como medio para ser queridos, admirados; que nuestro rigor para con nosotros mismos podrá ser interpretado en sentido desfavorable también; que el prodigarse bondadosamente y el sufrir en silencio son cosas que pasan ignoradas para las gentes; pero ¡cuán verdadera es la virtud que así obra y se oculta!”

Pedro Poveda, Caracteres espirituales 1, 1916, [81]

¿Cómo adquirir el espíritu que se traduce en tal fisonomía? La clave de tal discernimiento es la oración: Para saber lo que Dios quiere de nosotros hay que orar; para ser como Él quiere que seamos, hemos de orar, y para triunfar de nuestros enemigos, necesitamos igualmente de la oración.[2]


[1] Pedro Poveda, Obras I, Creí por eso hablé, Espíritu atrayente y tolerante, 1912, [65]

[2] Idem, Espíritu atrayente y tolerante, 1912, [65]