¿Lo hacemos todo de corazón? ¿Cuál es la diferencia? De la mano de Arantxa Aguado, las participantes del Seminario Claves de acompañamiento en Pedro Poveda se adentran esta vez en un texto de Pedro Poveda del año 1920: Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón.

De nuevo hemos dado un espacio el fin de semana del 17 al 18 de abril para seguir interiorizando y actualizando las claves de acompañamiento en Pedro Poveda a través de su vida y escritos. Como en sesiones anteriores, la oración de la mañana, la aproximación a los temas, la puesta en común del trabajo personal[1], el compartir en los grupos de contraste y el comentario de la película de esta sesión –De dioses y de hombres– nos sitúan dichas claves en la realidad de las historias y situaciones de vida.

“Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón”

Arantxa Aguado nos acerca a la comprensión povedana del discernimiento a través del escrito Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón[2], título extraído de la carta a los Colosenses que trata de la nueva vida en Cristo Resucitado y los compromisos de la vida cristiana. Es asombroso reconocer -comenta Arantxa- que el modo de entender el discernimiento por parte de Poveda, a partir de la pregunta directriz “¿apreciamos nosotras las diferencias?”, lo podemos encontrar en documentos conciliares y en enfoques de autores relevantes actuales que reflexionan sobre el discernimiento y la espiritualidad como un ‘estilo de vida’ y de ‘atención a los signos de los tiempos’ o lugar donde se da el discernimiento.

El texto es una llamada a la totalidad del ‘hacer de corazón’: apreciar, distinguir, valorar; una invitación a discernir la diferencia entre actuar con conciencia apreciativa de lo que se hace, se piensa o se habla, o no: “cuando ponemos todo el empeño en lo que más nos agrada y ejecutamos mal, con tibieza, sin fe ni entusiasmo lo que nos desagrada”. El término ‘apreciar’, encontrado gran cantidad de veces en sus escritos, es usado por Poveda para reconocer el cambio que experimentan las realidades humanas diversas desde la experiencia de Dios. Por eso la pregunta continúa: ¿apreciamos las diferencias entre hacer las cosas “como por el Señor” (“con puntualidad, con fervor, con desprendimiento, con amor”) “y no por los hombres” (para ser vistos, recompensados y para “merecer su estimación”)?

En el texto no recibimos una doctrina, sino el modo real de ejercer el discernimiento; el modo Povedano remite a la experiencia, y por medio de sus preguntas pretende mover el corazón hacia las motivaciones profundas.

A través de la secuencia ‘apreciar’, ‘apreciar las diferencias’, ‘apreciar las diferencias entre’ nos vamos encontrando, en sus escritos y en el acompañamiento a personas y grupos en sus cartas, con las claves povedanas: “apreciar el don de Dios”, “apreciar las gracias que el Señor nos concede”, “apreciar la trascendencia de la labor que habéis de hacer”, “apreciar qué sucede a la que perdió el primer fervor” … y así nos conduce hasta el foco principal: “Que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores. Así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables cargados de frutos de justicia…”[3]

Tras un recorrido por citas de autores de nuestro tiempo que refuerza la actualidad de la comprensión y práctica del discernimiento en Poveda, Arantxa termina su exposición explicitando la apreciación de un buen acompañamiento para activar procesos de discernimiento y las claves necesarias para el ejercicio de acompañar a la persona en el cultivo del ‘apreciar’, de identificar la verdadera atracción espiritual, de provocar el dinamismo de encuentro y entrega en Cristo Jesús, así como ayudar a madurar en una nueva sensibilidad, sin dejar de nombrar las constantes que debe atender la persona que acompaña: ir a lo profundo de la persona, prestar atención a lo real sin engaños (autoconocimiento), apreciar el crecimiento en la fe y en la vocación (identidad), tener conciencia de la paciente tarea de “aprender en el camino”.

Nos adentramos en la Moradas de Santa Teresa

Montse Armengol presentó esta vez las cuartas y quintas moradas de Santa Teresa. A diferencia de las primeras (ascéticas por la determinación y el esfuerzo de la persona), en las moradas místicas, el orante recibe gratuitamente las muestras del amor de Dios, pero esto no significa que la persona ya pueda recorrerlas sin compañía. La Santa advierte de la necesidad de tratar con “personas de experiencia”, de diálogo y contraste para perseverar en “las distracciones”, para advertir el peligro de creer que todo está ganado, para no sufrir engaño y vivir con realismo (autoconocimiento) para avanzar en el camino del Espíritu.

Un discernimiento comunitario

El acercamiento a la película De dioses y de hombres, por parte de Vicen Aceves, fue finalmente un momento para dialogar sobre una experiencia de discernimiento comunitario a través del testimonio de una comunidad de monjes cistercienses que deben decidirse entre el apogeo a su vida o su compromiso al lado de la población civil musulmana a quienes servían y cuidaban con total entrega, a pesar de sus diferentes credos. Los ocho monjes hacen un recorrido, entre sus miedos y obligaciones, que tiene como resultado su permanencia en el monasterio hasta las últimas consecuencias.

Expresando el agradecimiento por todo lo vivido y compartiendo dos palabras de vida que nos llevamos a nuestra cotidianidad, se finalizó el encuentro.

Por Mª del Mar Gallardo


[1] Se compartió lo más significativo del estudio y trabajo realizado sobre el tema anterior: Oración y estudio: dos claves estrechamente relacionadas entre sí.

[2] Escrito que forma parte de Jesús Maestro de Oración, en Creí por esto hablé [165].

[3] Fil. 1