El 4 de octubre de 2019, en Santa María de Los Negrales, dio comienzo el Seminario “Hasta que Cristo sea formado en vosotros”. Claves de acompañamiento en Poveda. En la propuesta se lanzaban algunos interrogantes: “¿Qué aporta el carisma povedano al acompañamiento? ¿Cómo se forja un acompañante? ¿Qué rasgos de la espiritualidad povedana nutren la experiencia de quien acompaña y es acompañado?” Interrogantes en los que se pretende profundizar asomándose al testimonio de Poveda en el arte de acompañar a través de sus escritos y, muy especialmente de muchas de sus cartas, donde habla “desde su experiencia dialogada, amasada y ahondada en los encuentros con Dios”.

Constará de seis sesiones durante los cursos 2019 a 2021. Las dos primeras se han llevado a cabo en octubre de 2019 y en enero de 2020. La tercera sesión, prevista para el mes de mayo, se ha tenido que trasladar, por las razones que todos conocemos, para el próximo curso. En este largo intermedio, el equipo coordinador del Seminario, conformado por Elisa Estévez, Montse Armengol, Pilar Gascón y Aurora Salamanca, propuso un encuentro vía online el sábado 6 de junio con el fin de compartir la vida desde la pregunta “¿cómo afrontar la nueva normalidad después del Covid19 y qué iluminación recibimos de nuestra espiritualidad?”. Contamos con la ayuda técnica de Beatriz Díaz Tejero para conectarnos por Cisco Webex.

Después de la acogida, la alegría de volverse a encontrar y saber de todos y cada uno, Elisa invitó a abrirse al regalo de la vida, a no ir muy de prisa, a desacelerar el paso para mirar el presente. Ofreció el icono de Judit, mujer contemplativa y comprometida, quien, desde la azotea de su casa, su santuario interior, contempla la ambigüedad de su presente y en el silencio discierne y se dispone libre y eficazmente a comprometerse en la transformación de la realidad en la dirección que le marca la presencia amorosa de Dios.

Se escuchó el texto “Sois sal de la tierra” y se ofreció un espacio de silencio para encontrarse con esta palabra desde los contextos históricos, sociales, políticos, económicos… en este tiempo de pandemia, donde estamos llamados a escuchar, comprender lo que late en lo profundo sin dejarse arrastrar por la información externa y los ruidos interiores; donde la IT está llamada a ser testigo de esperanza.

A continuación, se abrió un compartir muy rico y de una hondura impresionante desde las diferentes edades, situaciones personales, familiares, profesionales de los asistentes. Para algunos el confinamiento fue un tiempo para centrarse en lo cercano, para vivir desde dentro; para otros, un tiempo de improvisación, de saturación de información, a veces contradictoria, sin directrices claras de actuación, de esfuerzo ímprobo, especialmente en lo que toca a educación; un tiempo de desnudez y cuidado a quienes enfermaban, que afecta en lo más profundo; un tiempo para aprender más de recursos tecnológicos que han ayudado a participar en la vida de la IT, de la Iglesia, de la sociedad; un tiempo muy intenso a nivel familiar: de acompañar la alegría y la tristeza, la incertidumbre, de conjugar las tareas de casa, la profesión y el cuidado de mayores y pequeños; un tiempo de desconcierto, de paro, de crispación ante la gestión política, de tocar la propia vulnerabilidad y la de los otros, de impotencia de no poder estar; un tiempo para estar e intentar reducir los enfrentamientos que suscitaba esta situación de pandemia; un tiempo para leer, estudiar, trabajar y comunicarse con mucha gente; tiempo de teletrabajo de la noche a la mañana; tiempo de tomar conciencia de muchos y encontrados sentimientos: amenaza, miedo, súplica, petición, gratitud, dolor, gozo, satisfacción e insatisfacción, alegría y tristeza, impotencia, desconcierto, soledad, ataques de viejismo, paz; tiempo de llorar y reír; tiempo de acompañamiento y cuidado mutuo, de red de cuidados, de gestos de solidaridad, de servicio y ayuda; tiempo de silencio y aplausos; tiempo de sentir la presencia de Jesús, de saberse Iglesia y comunidad IT; tiempo para vivir la experiencia de que Dios no abandona y está a nuestro lado, de preguntarse por el sentido de la vida en lo cotidiano, por los vínculos que fundamentan la vida, de revalorizar a los compañeros de trabajo por su compromiso, de ir a lo esencial de la vida con sencillez, de mirar a las personas, de aprender a relativizar las cosas; tiempo para crecer en libertad, en resiliencia y longanimidad.

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Y este tiempo también gestó retos: ¿Cómo humanizar nuestras relaciones, el teletrabajo…? ¿Cómo vivir y recuperar hoy valores como la longanimidad, la mansedumbre? Hay algunas palabras que van desapareciendo de nuestro vocabulario, ¿cómo hacer para que no desaparezcan en la vida cotidiana como valores que humanizan? Una llamada fuerte a vivir la concordia, la mansedumbre, el cuidado; a construir esperanza desde el servicio.

Y durante este tiempo, muchas frases que Poveda dirigió a los miembros de la Institución en tiempos difíciles y que hemos leído en tiempos de bonanza, han resonado de manera diferente adquiriendo una nueva dimensión. Y también la frase de Josefa Segovia “Señor, sé mi fortaleza, porque yo debo ser fortaleza de débiles”, se ha convertido en oración hoy con ecos nuevos.

Después de esta lista de y… y… y…, Elisa desarrolló el tema adentrándonos en el texto Sois la sal de la tierra, suscitando al hilo preguntas de vida: ¿Cómo transmitir la buena noticia en esta etapa del post-Covid? ¿Cómo he vivido y vivo esta situación como evangelio? ¿Cómo acoger y acompañar la vida con las difíciles situaciones que esta pandemia ha causado y sigue causando? ¿Cómo ser testigos de esperanza, cómo contagiarla? ¿Cuáles pueden ser nuestras tentaciones hoy?

  • La sal sazona, da sentido a la vida en las situaciones límites. ¿Cómo acompañar las búsquedas de sentido que esta pandemia ha dejado entre nosotros y en los que caminan con nosotros? Elisa va desgranando las invitaciones de Poveda en las 7 cartas sobre la alegría.
  • La sal cauteriza, sana las heridas. ¿Cómo tocar las heridas de la humanidad hoy para sanar el sufrimiento y el dolor? Y vamos nombrando las heridas que hoy reconocemos de hombres y mujeres en sus cuerpos, el paro, los ERTE, el hambre, la violencia de género, desigualdad en la escuela… que piden de nosotros una respuesta sanadora.
  • La sal preserva, mantiene la vida. ¿Nos ofrecemos ámbitos referentes de humanidad compasiva, liberada, justa, pacífica? Aquí ofrece algunos contenidos centrales sobre las cartas de Poveda sobre la mansedumbre y nombra rasgos muy teresianos: la dulzura, la condescendencia y empatía, conectándolo con la paciencia, una virtud muy de los primeros cristianos.

Termina la exposición haciendo referencia a la dinámica pascual de la sal y con la pregunta: ¿Desde dónde reconstruir la nueva etapa, la nueva normalidad? A continuación, los participantes pudieron compartir cómo ha iluminado este texto la vida, qué cambios invita a realizar… Se subraya la mansedumbre, la alegría…

Finalizó el encuentro virtual orando con el salmo Que los caminos se abran a tu encuentro y un gesto de envío. Siguen llegando palabras de agradecimiento al equipo por posibilitar este espacio tan lleno de vida.