“Repensar la muerte para sanar la vida: hacia el sentido existencial” es el título de la conferencia impartida por Francisco Gallego Pérez dentro del programa Lectura creyente de la actualidad de la Cátedra Pedro Poveda y el Instituto Superior de Pastoral, de la Universidad Pontificia de Salamanca, UPSA, que tuvo lugar en Madrid el 7 de marzo.

Las cuestiones que se abordaron están siempre de actualidad porque afectan al sentido de la vida y ayudan a sanarla desde la certeza del morir.

Francisco Gallego Pérez es Psicólogo Clínico, profesor de Psicología clínica en la Universidad Católica de Valencia, director del Master de Psicología General Sanitaria de la UCV y fundador del Instituto Valenciano de Logoterapia Aplicada. Ha colaborado en otras ocasiones en las actividades de la Cátedra, y como él dice, en su ejercicio docente intenta trasmitir a los estudiantes universitarios la riqueza de sus aprendizajes como psicólogo clínico.

rollup Catedra Pedro Poveda

Dimensión de sentido

En su conferencia, partió de una motivación inicial a conocer al ser humano y valorar más allá de lo que vemos: igual que se proyecta en un plano un objeto con volumen, o que diversas causas pueden impedir que la información grabada en un disco duro de un ordenador se pueda ver en pantalla y no por ello no exista.

Partiendo de la ontología dimensional de Víctor Frankl, presentó los potenciales corporal, afectivo y cognitivo, que necesitan estar en equilibrio, y la dimensión espiritual noógena, referente de salud existencial. Dimensión que no enferma, va a perdurar. Dimensión de sentido.

Situarnos ante la muerte

La información aportada sobre la realidad y el modo de situarnos sobre la muerte, dejó abundante material para una reflexión profunda. A modo de simples pinceladas compartimos aquí algunas de esas ideas:

  • La principal certeza que tenemos, en nuestra vida, es el hecho de que tanto nosotros como aquellas personas a las que más queremos vamos a morir.
  • En el pasado la muerte formaba parte de la vida familiar y era vista y vivida como algo natural, pero en la cultura actual la muerte se oculta, como si con ello no fuera a existir. Y ante la enfermedad grave se construye, deliberadamente, una “conspiración del silencio”, que impide las despedidas y el vivir el duelo de la propia muerte.
  • Aprender a vivir es aprender a morir y aprender a morir es aprender a vivir. Porque repensar la muerte, reflexionando lo que eso significa, es sanador y ayuda a afrontarla con actitud serena.
  • Lo que sana a la persona es la dimensión trascendente, que permite reconocer que en la vida estamos para algo.

Como contraposición a la esquizofrenia de aspirar a la eterna juventud debemos reconocer las diferentes etapas que surgen en la vida y aceptar que hay puertas que se van cerrando. Porque acostumbrarnos a decir adiós a muchas cosas ayuda a encontrarnos con el adiós posterior.

Gracias a la vida…

Importancia de la “gratitud”; de alabar la vida y lo recibido en ella, como contraposición a quien se queja de todo; a quien todo lo ve mal y que se mueve en la eterna amargura. Porque ser consciente de lo que se tiene es sanador.

catedra marzo2019

El duelo ante la muerte es inevitable, porque el que quiere mucho sufre mucho. Y no tiene sentido pretender suprimir el dolor del duelo sino aprender a llevarlo. Porque el duelo bien trabajado, aunque duela igual, se integra más fácilmente. Ante el duelo hay muchas fases: de rabia, de shock, de comprensión, de integración, etc. que no son continuas sino entrelazadas.

Importancia de “acompañar”. Porque cuando escucho me enriquezco y cuando el otro me escucha facilita que yo me descubra a mí mismo. Incluso cuando no se puede hacer nada, se debe aspirar a “hacer nada”, es decir, a estar presentes y disponibles, aun con el silencio.

Son reflexiones que ayudan a vivir y a sanar la vida.

Alejandro Córdoba.
Madrid 8 de abril 2019.